Lucas:
Tres días habían pasado, y ella parecía otra persona. Desde ese día iba a la casa y me quedaba hasta tarde. No estaba todo el tiempo con ella, pero cuando lo estaba, era como si Sam hubiese sido reemplazada por otra persona.
Llegué a la casa y toqué la puerta. Por un segundo me imaginé como Tess abría la puerta con una sonrisa de oreja a oreja mirándome con esos hermosos ojos celestes. Pero fue solo por un segundo. Luego recordé lo que había sucedido, y un nudo se formó en mi garganta.
Mientras esperaba, miré el cielo. Era temprano, era lunes y en media hora tendría que estar en el colegio, pero antes iba a saludar a Sam. La puerta se abrió y Nik apareció. Me dedicó una sonrisa torcida y me dejó pasar.
— Está arriba, no sé qué está haciendo, pero se está quejando mucho — se encogió de hombros. — Ve a verla.
Asenté sonriendo y me dirigí a la escalera. ¿Qué estaba haciendo Sam a esta hora? Cuando llegué a la puerta de su cuarto la escuché quejarse desde adentro. Toqué la puerta, y a los segundos apareció la cara de Sam apareció entre el marco y la puerta.
— Vos si podes pasar — y abrió la puerta de par en par, dejándome pasar.
Al entrar me paré en seco. Había ropa tirada por todos lados. El cuarto estaba dado vuelta, era como si un huracán hubiese pasado varias veces por ahí.
— ¿Qué pasó aquí? — pregunté levantando ropa para poder pasar. Sam pasó corriendo por al lado mío, pisando varias de las prendas y se tiró a la cama. Todavía traía puesto el piyama y tenía el cabello despeinado. Se sentó en la cama y me sonrió, o al menos eso intentó. Sus ojos seguían reflejando tristeza y... frustración.
— No sé que ponerme para ir al colegio — hizo una mueca. Enarque ambas cejas y me la quedé mirando.
— ¿Vas a ir hoy? — me acerqué a ella y me senté a su lado. Ella se volteó un poco para verme y luego se recostó sobre mi pecho. Yo le rodee los hombros con el brazo y luego besé la parte de arriba de su cabeza.
— No quiero estar encerrada, no quiero dejar de vivir — susurró —, ella no querría eso.
Le acaricié el brazo y luego nos separamos un poco. Vi una lágrima deslizándose por su mejilla y la sequé con mi pulgar.
— Entonces vamos a tener que buscar un muy buen atuendo, Sammy — le sonreí. Me paré de donde estaba y rebusqué entre la ropa que había en el suelo.
Tomé un buzo gris, un gorro marrón, unos jeans azul marino y unas Converse negras. Se las di a Sam y ella revisó cada prenda, y finalmente asintió. Entró en el baño y se cambió. Para cuando salió tenía el pelo peinado y bien acomodado debajo del gorro.
— ¿Lista?
— Eso espero — se encogió de hombros y agarró su mochila. Pasé mi brazo por sus hombros y salimos del cuarto. Cuando ya estuvimos abajo, Nik me miró y me miró confundido. Me encogí de hombros sin que Sam se diese cuenta y luego nos fuimos al colegio.
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Un Kiss, SamNovels
