Colton:
Sam. Ella era todo lo que podía pensar. Era un torbellino enano y rubio lleno de energía. No paraba un segundo. Hace dos semanas, cuando el padre aceptó que ella entrenara con nosotros. Al principio, cuando la fui a ver al primer galpón, pensé que no iba a saber qué hacer. Menos cuando uno de los nuevos se le plantó delante de ella para burlarse. Lo fascinante fue que aunque ella fuese chiquita, no lo parecía. En lo absoluto.
— Esta va a salir buena — dijo uno de los chicos que estaba por ahí. Estaba con su grupo de amigos.
Sam, de alguna manera, me hacía acordar a eso que dicen de las arañas: mientras más chiquita, más venenosa. Ella era chiquita en todo sentido, pero se movía con una agilidad y atacaba en lo puntos clave, sin perder el tiempo. Pero eso, esos detalles, no me hacían acordar a una araña, sino más bien a la serpiente. Ataca a matar, y Sam hacía básicamente lo mismo. Ella sabía que corría en desventaja por su físico, pero así ganaba seguro.
~*~
Estábamos en mi casa, en mi cuarto. Habíamos puesto una película de terror, pero yo no estaba prestando mucha atención. Yo quería hablar con Sam, no ver la película. La miré. Noté que estaba algo tensa, tenía miedo, por la película claro. Miraba el televisor fijamente. Entonces, me acerqué un poco y la agarré de la cintura de golpe pegando un grito. Ella saltó y gritó. Yo comencé a reír descontroladamente y ella me miró. Parecía enojada, pero sus ojos no mentían: se estaba divirtiendo.
Se me abalanzó y comenzó a pegarme en el pecho, diciéndome que me iba a matar y no sé que más. Yo no podía parar de reír ni de quejarme. Le agarré las muñecas y logré ponerla debajo de mí.
— ¿Vas a parar? — le pregunté sonriendo. Tenía la colita de pelo desordenada, y algunos mechones rubios sobre la cara. Enarqué una ceja. Finalmente ella asintió. Le solté las muñecas, pero no me moví.
Me la quedé mirando a los ojos. Parecía nerviosa, y al mirar esas dos esferas azules me di cuenta que lo estaba. Es hermosa. Sin pensarlo, con una mano comencé a mover los mechones de cabello que seguían sobre su rostro. Ella no despegó la mirada de la mía ni por un segundo. Comencé a acercarme, sin darme cuenta al principio. Nuestras respiraciones chocaban y mi pecho estaba a un centímetro del suyo. Sin pensarlo hice lo que había estado deseando: la besé.
Ella se tensó, pero luego se relajó. Parecía timida, y por primera vez parecía realmente chiquita entre mis brazos. Me respondió el beso, algo insegura de sus movimientos. Sus manos estaban posadas en mis hombros, quietas. Luego de unos largos segundos, me separé.
— C-creo que me tengo que ir — dijo ella luego de un rato. Había sido un error, y yo lo sabía. No dije nada y me moví de encima de ella rápidamente. Tomé mis zapatillas y me las coloqué. Ella estaba sentada de espaldas a mí, poniéndose las Converse. Cuando terminó, agarró su bolso y pasó cerca de mí con la cabeza un poco gacha. Cuando llegamos a la puerta me miró devuelta.
— Adiós — dijo y me dio un beso en la mejilla. No respondí, solo vi como comenzaba a darse vuelta. Cuando estaba a unos metros de distancia, estaba a punto de cerrar la puerta pero escuché que me llamaban. Era ella: — ¡Colton!
Volvió corriendo y sin decir otra cosa, se puso de puntas de pie, me tomó la nuca, haciéndome bajar, y me dio un beso. Ella me dio un beso. No hubo lengua ni nada como el anterior. Solo posó sus labios sobre los míos. Luego de unos segundos, me soltó y miró sus zapatillas. Con una mano tomé su cintura y con la otra le levante el rostro.
— ¿Y así planeas irte? — vi como sus pálidas mejillas se ruborizaban. La volví a besar, ahora sí con todo. Cuando nos volvimos a separar, noté que estaba más roja que antes. — Ahora si te puedes ir, chiquita. — le giñé un ojo. Al decir esa palabra, toda la vergüenza desapareció. Me pegó en el hombro. Luego de eso se fue. No dijo, solo se marchó.
Me apoyé en el umbral de la puerta, y la vi irse. Todavía podía sentir sus rosados labios sobre los míos. Sonreí al recordar. Entré a la casa y me encerré en mi cuarto a escuchar música, solo, recordando lo que había pasando en la última hora.
w:e