Sueño de los Eternos era conocido por ser misterioso y silencioso. Había recogido muchos nombres a lo largo de la historia: Morfeo, Oneiros, Sandman... Lo que nadie se esperaba era que terminara enamorándose de una mortal y la convirtiera en Dama de...
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Había diferentes asesinos allí, cada uno con sus métodos y formas de, como a ellos les gustaba decir, "coleccionar". Todos y cada uno de ellos estaban mirando a los dos hermanos.
-¡Rose, Jed, corred! -gritó Myra intentando subir las paredes entre sueños, pero con el vórtice ahí, poco podía hacer.
De camino al ascensor, Morfeo apareció allí, asustándolos por su forma repentina de presentarse.
-Tienes que despertar -dijo con urgencia.
Y luego otra voz.
-No le hagas caso, Rosie -habló el Corintio de lado de los asesinos. Tenía el cabello rubio y unas gafas de sol para ocultar las bocas que tenía en vez de ojos-. Ahora el poder es tuyo, no suyo. Este es tu sueño.
-Es su sueño para tu mundo -aclaró Myra observando con sospecha a la pesadilla.
-Myra, cuanto tiempo ha pasado. Sabes, teniendo en cuenta tu historia con asesinos, siempre he querido hacer una representación de lo que fue tu muerte -charló como si estuviera hablando con una vieja amiga.
Ya había sacado su cuchillo cuando una sombra alta y amenazante se interpuso entre ellos.
-Ni te atrevas a tocarla -habló con un tono afilado el rey de los Sueños, haciendo que el Corintio diera un par de pasos hacia atrás.
-De todas formas, sí, es mi sueño, pero puedes hacer que sea tuyo. Haz lo que quieras, Rose. Carta blanca -permitió.
De repente, su hermano y los asesinos desaparecieron frente a ellos, como si nunca hubieran estado ahí.
-¿Dónde está Jed? -cuestionó Rose preocupada.
-Jed está bien -aseguró el Arcano rebelde-. Está durmiendo arriba, a tu lado. Este sueño es tuyo. El Sueño es tuyo.
-¿Te dijo que el Sueño es tuyo? -cuestionó Morfeo.
-Y que me ibas a matar -añadió la chica, sintiendo que estaba entre dos frentes muy peligrosos.
-¿Te dijo por qué? -volvió a preguntar el Eterno, pero fue Myra quien respondió.
-Cuando un vórtice derriba los muros entre sueños, crea un único sueño volátil que colapsará y arrastrará al mundo despierto, tu mundo. Todo y todos moriréis.
-No la creas, Rosie. Solo quiere quedarse con su querido rey y esperar que la nombren reina también -se burló el Corintio.
-Eso no es cierto -intervino Myra antes de que fuera ayudada por Morfeo.
-Ya sucedió -confirmó él-. Fracasé en mi deber, y se perdió un universo entero.
-No te matará si lo matas tú -siguió probando la pesadilla.
-Matarme te salvará la vida, pero no las de quienes amas.
-Intento que no mueras -alzó la voz el Corintio.
-Y nosotros que no muera tu mundo -aseguró Myra.
-Escoge a uno, Rose -exigió el hombre rubio.
-¡Basta! -gritó la mortal, harta de todas sus voces. Todos se callaron al ver el aura que había a su alrededor-. Si soy tan poderosa como decís que soy, entonces, buscaré mi propio camino. Mientras, arriba los muros... -decretó volviendo a poner muros entre todos los sueños-, porque ya no sueño. Gracias a vosotros, estoy despierta.
Y con eso, Rose se despertó y todos volvieron al mundo de la vigilia. Hasta Myra había sido enviada junto a Morfeo y el Corintio a una sala donde todos los demás asesinos estaban dormidos.
La pesadilla se quitó las gafas de sol, se le veía perdido.
-Si creéis que voy a volver con vosotros al Sueño...
-No vas a volver -negó Morfeo, teniendo muy clara sus ideas-. Te traje a este mundo para servir a la humanidad, no para devorarla.
-¿Sabes por qué lo hago? -preguntó el Corintio con voz temblorosa-. Para poder saborear lo que es ser humano. A ti te da igual la humanidad. El único ser humano por el que verdaderamente te preocupas es Myra, y ella ya no es parte del mundo despierto. Aparte de eso, solo te preocupas por ti, tu reino y tus reglas.
-Contengo todo el inconsciente colectivo. Sin mis reglas, me consumiría -explicó Morfeo-. La humanidad sería consumida.
-O quizá llegarías a sentir algo más. El problema no soy yo, Sueño.
-Corintio... -comenzó a hablar Myra, pero Morfeo la detuvo.
-No, Myra. Tiene razón. Ha sido culpa mía, no suya -confesó mirando directamente a la pesadilla-. Esperaba mucho de ti, pero te creé defectuoso. Ahora debo destruirte.
Alzó la mano, recuperando poco a poco la arena de la que estaba creado el Corintio.
-Solo lamento no estar aquí para ver cómo Rose Walker os destruye -fueron sus últimas palabras antes de desaparecer completamente.
Una pequeña calavera con tres bocas cayó en un montón de arena gris. Morfeo se acercó lentamente, agachándose hasta recoger la calavera del suelo.
-La próxima vez que te cree, no tendrás tantos defectos ni serás tan mezquino, pequeño sueño -susurró en un tono ligero.
-¿Podemos irnos ya, Morfeo? -fue la pregunta irregular de Myra.
Al girarse, notó lo nerviosa que estaba. Entonces, recordó su trágica muerte. Tendría que estar atemorizada al estar rodeada de tanta gente que le gustara hacer lo mismo: matar.
-En un momento, querida Myra -susurró presionando sus labios en la frente de esta-. Esto se hará rápido -prometió.
-Vale -murmuró confiando en él.
Morfeo se lo agradeció con la mirada mientras se giraba para enfrentar a los asesinos que estaban despertando.
-Vosotros, que os hacéis llamar coleccionistas, hasta ahora habéis vivido fantasías en las que sois las víctimas, ensoñaciones reconfortantes en las que siempre tenéis la razón. Eso se acabó -declaró con dureza-. El sueño se acabó. Yo lo he hecho terminar. Este es el veredicto que sentencio. A partir de ahora sabréis en todo momento lo cobardes, egoístas y monstruosos que sois. Sentiréis el dolor de aquellos a quienes habéis matado. Y la pena de quienes aún los lloran, cargaréis con ese dolor, esa pena y esa culpa hasta el fin de los tiempos.
El cambio fue instantáneo. Lo que una vez les daba un sueño, fue aplastado por la culpa y la desesperanza. Sería su tormento por toda la eternidad.
-Ya podemos irnos -dijo Morfeo ofreciendo el brazo a Myra, guiándola con paso firme entre aquellos humanos que habían acabado con los sueños y esperanzas de otras personas, al igual que una persona había hecho con Myra tiempo atrás.