Bonus: Un sueño de mil gatos

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Volumen 3: País de Sueños

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Volumen 3: País de Sueños

Nada parecía distinto en la noche. Los humanos se iban a la cama a descansar, pero si por algún casual había un ojo curioso en alguna ventana, se podría observar cómo varios gatos iban en una misma dirección.

Claro que no hubo ojos curiosos esa noche, pues que los gatos pasearan en la oscuridad era lo más natural del mundo.

Pero aquella noche era diferente. Los gatos se reunían para escuchar a uno de los suyos, más específicamente a quien llamaban la Profeta. Era una siamesa azul de pura raza que había estado viajando por mucho tiempo.

Se reunieron en el cementerio, bajo la luz de la luna llena, esperando a su oradora. Y al final llegó, colocándose sobre la cabeza de una estatua de ángel.

Agradeció a todos por venir y esperó que al terminar su historia, todos ellos compartieran su sueño.

Antes, ella era diferente. Vivía con los humanos, y daba su afecto a cambio de comida y comodidad. Un día, tomó un amante, un gato callejero fuerte y rápido. A pesar de que no volvieran a verse, ella no lo olvidaría.

De su encuentro salió una camada de gatos que la Profeta juró cuidar y proteger. Sin embargo, sus humanos se los llevaron y ella sintió el momento en el que morían ahogados, dando zarpazos a ciegas para escapar de un destino que ya se les había impuesto.

Sus gritos asustados siguieron a la Profeta por mucho tiempo, hasta que dejó de escucharlos.

La realidad había sido descubierta. Los humanos no era sus subordinados, lo eran ellos, los gatos. Y mientras siguieran viviendo con ellos, no serían libres.

Con esta verdad descubierta, la Profeta se tumbó frente al fuego, rezando a la oscuridad, a la noche. Le rezó al rey de los gatos, aquel que caminaba entre ellos sin que pudieran reconocerlo y... soñó.

Ahora ya no estaba frente al fuego en una cómoda prisión, estaba en un campo abierto de tierra muerta y cubierto de huesos.

Un buitre con la calavera y los huesos del pecho al descubierto se posó cerca de ella.

-¿Para qué has venido al corazón del Sueño, gatita? Este no es tu sitio.

-Vengo a buscar justicia, revelaciones, sabiduría -habló ella con fuerza, pues eso era lo que más deseaba.

-La justicia es una ilusión, y la sabiduría no tiene cabida aquí. Pero las revelaciones... ese es el campo de Sueño, si tu corazón es fuerte, y no tienes miedo -aconsejó.

-Yo no le temo a nada.

Al ver la decisión en su rostro, decidió ayudarla.

-En la montaña hay una cueva. Allí lo hallarás, pero el camino es tortuoso. -Tomó el vuelo, con sus siguientes palabras resonando por el valle-. Una gatita podría sufrir gran dolor si se saliese del camino.

El viaje fue duro, y la Profeta tuvo que enfrentarse a numerosas pruebas que habían hecho fallar a muchos antes que a ella. Sin embargo, la gata perduró y llegó hasta la cueva, custodiada por tres guardianes: un pegaso, un hipogrifo y un guiverno.

Tras una corta disputa con los guardianes, la dejaron entrar para ver al Gato de los Sueños.

Atravesó un largo túnel hasta llegar a una sección mucho más grande, fresca y con bastantes huesos en su interior. En uno de los montículos de piedra más alto, se hallaba un gran gato de pelaje negro y ojos brillantes.

La Profeta se acobardó por un momento al notar sus ojos clavados en ella, pero no huyó. Al no hacerlo, notó una figura más pequeña al lado del rey. Era una gata blanca y tenía los ojos cerrados mientras estaba apoyada contra el otro.

No tardó en descubrir que se trataba de la amada del Gato de los Sueños, y ella había sido elegida al igual que la Profeta había elegido a ese gato callejero. Debía ser un honor ser la amada del rey y todavía ser capaz de estar a su lado.

Reuniendo su valor, pues había venido de muy lejos, habló.

-Aquí estoy -decretó, y los ojos de la gata blanca se abrieron, notando por fin su presencia.

-¿Y quién eres tú?

La voz del rey era profunda e intimidante, enviando escalofríos por la piel de la Profeta.

-Una gata. Camino por los lugares nocturnos. Me manda un cuervo muerto a por revelaciones. Quiero saber por qué pudieron quitarme a mis hijos. ¿Por qué vivimos así? No lo entiendo -suplicó buscando respuestas.

El rey se incorporó, acariciando con su mejilla la cabeza de la gata blanca antes de bajar del montículo. Con el Gato de los Sueños frente a ella, se sintió intimidada por su tamaño, que era como mínimo tres veces más grande.

-Dicen que los gatos pueden mirar a los reyes. Mírame a los ojos, hermanita. Mírame a los ojos.

La Profeta hizo lo que pidió, observando aquellos ojos centelleantes. Ahí estaban las respuestas, la verdad de los gatos.

Ante eran grandes y los humanos diminutos. Ellos les servían, y cuando la luna estaba llena, los gatos los cazaban. Sin embargo, un día, un humano se alzó inspirado por un sueño. Dijo que estos daban forma al mundo y que soñaran con uno nuevo, uno en el que reinaran. Si soñaban los suficientes, al final ocurriría.

Al principio no ocurrió nada, luego todo cambió y fue como si los gatos nunca lo hubieran gobernado.

Ahora ya sabía de su misión, la carga que recaía sobre ella.

-Lamento escuchar lo de tus hijos -habló por fin la gata del rey mientras se detenían en la salida de la cueva. El Gato de los Sueños se quedó cerca de ella, siendo como una gran sombra tras ella. La Profeta siguió teniendo ese sentimiento de intimidación, pero la gata blanca parecía arropar al rey-. Donde vivía antes de venir aquí, los gatos eran tratados como amigos de los humanos. No vivían encerrados en casas sino que corrían por el campo, ayudando a los humanos a proteger el campo de animales que arruinarian la cosecha. Lamentablemente, el ser humano es capaz de esa clase de crueldades.

-Gracias por sus palabras. Fue muy considerado de su parte -respondió notando cómo el rey se había tumbado para estar a la misma altura que su amada.

-No las des. Eres fuerte y podrás sobrellevar la carga que ahora portas.

La Profeta inclinó la cabeza en señal de respeto. Ahora comprendía por qué había sido elegida de entre todos los gatos para ser la amada del Gato de los Sueños.

-Entonces -dijo este-, despierta, niña, con mi bendición.

El sueño finalizó y el fuego de la chimenea la saludó al abrir los ojos.

No tardó en salir para dar la buena noticia, viajando de una lado para otro y pidiendo que los suyos soñaran con lo mismo: un mundo en el que no tuvieran que sufrir y fueran soberanos de la creación.

Cuando terminó su historia, fueron pocos los gatos que la creyeron, otros simplemente se divirtieron y regresaron a sus hogares, pues pronto saldría el sol.

Mas en otra ciudad diferente, muy lejos de allí, un gato negro con ojos como estrellas se movía entre los tejados, parándose para esperar a una gata blanca que parecía ir más despacio, como si todavía no se acostumbrara a ese cuerpo.

Se colocaron en la parte más alta, observando el amanecer el uno junto al otro mientras sus colas a veces se entrelazaban.

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Sé que hay pocas apariciones de Myra y Morfeo pero siento que este es uno de mis capítulos preferidos del fanfic.

Próximo capítulo extra: Calíope.

Only In Dreams (Sandman x Oc)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora