Sueño de los Eternos era conocido por ser misterioso y silencioso. Había recogido muchos nombres a lo largo de la historia: Morfeo, Oneiros, Sandman... Lo que nadie se esperaba era que terminara enamorándose de una mortal y la convirtiera en Dama de...
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Tras la partida de Rose y su bisabuela, el Sueño se quedó mucho más tranquilo.
-Solo Deseo puede crear un plan tan horrible -murmuró Myra asqueada-. Aprovecharse así de una mujer. ¿Qué quería lograr con todo esto?
Sin darse cuenta, Morfeo la estaba mirando con cuidado. De repente, sus ojos se oscurecieron al comprender lo que deseaba su hermano.
-He de hablar con él. Esta vez ha ido muy lejos -habló comenzando a caminar hacia palacio.
Myra suspiró.
-Su familia a veces es un maldito desastre.
-¿A veces? -cuestionó Lucienne alzando una ceja-. Yo diría que siempre ha sido así.
X
La galería de Sueño era oscura e iluminada por unas antorchas, el suelo y las columnas frías de piedra podían ser opresivas para cualquiera que entrara allí.
Al fondo, estaban colgando todos los sellos de los Eternos: el libro de Destino, el Anj de Muerte, el yelmo de Sueño, el corazón de Deseo, el pequeño anzuelo de Desesperación y la mancha colorida y caótica de Delirio.
Faltaba un sello, el del Hijo Pródigo.
Morfeo fue directo hacia el quinto sello.
-Deseo -llamó con el corazón en sus manos-. Estoy en mi galería y sostengo tu sello. Háblame.
El objeto se iluminó de un color rojo, mostrando a Deseo con una enorme sonrisa en sus labios.
-Mi dulce Sueño, qué sorpresa. Casi un acontecimiento -dijo divertido, pero el rey de los Sueños no estaba para bromas.
-Bien. Voy a entrar.
-¿De verdad? -preguntó con sorpresa su hermano antes de cambiar de actitud por completo-. Cómo no. Aquí siempre eres bien recibido.
Cuando Morfeo se presentó en sus aposentos, no se sorprendió de ver a Deseo con un traje negro con cola y orejas de gato.
-Me alegro de verte. ¿Puedo darte algo que desees?
-De ti no deseo más que respuestas -habló con voz oscura.
-¿Esto es un examen? -cuestionó Deseo haciendo un puchero.
-Unity Kincaid debería haber sido el vórtice de esta era, pero alguien aprovechó mi encarcelamiento para engendrar una niña con ella a sabiendas de que se convertiría en el vórtice, y que, en mi ausencia, Myra se vería obligada a matarla.
-¿De verdad era tan obvio? -quiso saber con una gran sonrisa, disfrutando cada segundo de la conversación.
