Sueño de los Eternos era conocido por ser misterioso y silencioso. Había recogido muchos nombres a lo largo de la historia: Morfeo, Oneiros, Sandman... Lo que nadie se esperaba era que terminara enamorándose de una mortal y la convirtiera en Dama de...
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Morfeo se sentía vacío. Antes había tenido un objetivo: recuperar sus bártulos y conseguir venganza. Los había logrado ambos y ahora se sentía todavía peor que al estar encerrado.
Podría haberse quedado con Myra, quien le había ayudado con la reconstrucción y habían vuelto a pasear por los campos del Sueño, pero ella misma tenía labores que cumplir.
Por eso había ido a un parque a echar pan a las palomas. No le pegaba para nada, tal como había dicho su hermana mayor, Muerte, que le había encontrado y acusado de ser un egoísta por no haberla llamado. Ella se había preocupado muchísimo por él y ahora no tenía el valor de encontrarse otro propósito.
Pero como no podía quedarse a criticarlo todo el día, le ofreció a que le acompañase a trabajar y así dejara de lloriquear.
Muerte le explicó lo que había ocurrido mientras no estaba, hasta la cena familiar que tuvieron a la que Myra, siendo inteligente, dijo que no podía asistir. Deseo seguramente hubiera intentado molestarla sin descanso.
-Por cierto -mencionó su hermana mientras salían del parque-, hoy es sábado, por lo que Myra vendrá con nosotros.
Aquello sorprendió a Morfeo.
-Myra no me había dicho nada.
-Como no estabas, ella se encargaba de todo en tu reino. Lucienne y yo teníamos que sacarla para que le diera el aire y se olvidara de su trabajo por un par de horas. Es por ello que cada sábado de la semana salíamos las dos a hacer algo. A veces me acompañaba a hacer mi trabajo y otras veces íbamos a ver películas o cualquier otra cosa. Dependía del día.
Sueño siguió a su hermana hasta un banco de la ciudad donde Myra estaba esperando. Se había puesto una simple chaqueta verde, pantalones azules y zapatillas blancas.
-Ahí estás -saludó Muerte dándola un fuerte abrazo-. Te veo mejor, se ve que por fin has descansado lo que te correspondía.
Myra se rió.
-Parece que el dicho "descansaré cuando muera" no es algo que yo haya cumplido -comentó antes de fijarse en la figura que estaba tras la otra joven de piel oscura-. ¿Morfeo? -preguntó extrañada.
-Myra -saludó a pesar de que se habían visto aquella mañana.
-He tenido que ir a recogerlo porque estaba lloriqueando en un parque mientras daba de comer a las palomas -mencionó Muerte apretando el hombro de su hermano.
-¿Lloriqueando? ¿Has vuelto a perder tus bártulos? -preguntó Myra mirándolo fijamente.
-No -respondió Morfeo algo ofendido-. Y no los perdí, me los robaron.
Muerte se rió de su comportamiento y pasó su brazo por el hombro de Myra.
-Vamos, tengo que ir a trabajar.
X
El trabajo de Muerte tal vez fuera el más duro de los siete Eternos. Algunos le daba la mano a la mujer y otros la gritaban y exigían más tiempo en el mundo de los vivos cuando ya ni siquiera estaban respirando.
