Capítulo 15. Auto Lavado

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Querido diario

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Querido diario....

Hay un torbellino de emociones dentro de mí que siento que me consume. Por un lado, la leucemia está abriéndose camino, matándome lentamente día con día. Anoche no pude dormir nada a causa de la fiebre. Llegó repentinamente a mitad de la noche. Desperté por el mismo calor que emanaba mi cuerpo y a cada hora me despertaba por la misma sensación pese a que mi padre hizo todo lo posible por qué bajase. No fue hasta hace menos de tres horas que finalmente dio tregua.

Estoy exhausta. Siento como si una aplanadora hubiera pasado sobre mi. Cada hueso me cruje cuando me muevo que siento que me voy a desarmar. El doctor dijo que esto podía pasar, pero no es un consuelo para mí saber que esto que experimenté anoche fue solo una "noche amistosa" como lo describió el doctor, comparándolo obviamente con lo que vendrá en un futuro no muy lejano.

Pero fuera de eso, las pesadillas tampoco dieron tregua. En los cortos lapsos que llegué a dormir solo me vi atormentada por la misma pesadilla: la mujer pelirroja. Al menos es así como la he llamado considerando que siempre la veo igual: vestida de escarlata con su largo cabello rubio rojizo y piel pálida. No la vi anoche, pero su risa me perseguía cómo eco mientras yo escapaba de algo en el bosque. Solo sé que corría como si mi vida dependiera de ello, y cuando me tropecé con una rama, solo escuché detrás de mí el sonido de un encendedor, y el chisporroteo de las llamas de fuego antes de despertar y ver a mi papá cernido sobre mi tomándome la temperatura con el termómetro.

Tal vez escapaba de ella. No lo recuerdo. Solo sé que me encontré ahí, huyendo despavorida de algo, o alguien, y después volví a estar en mi cama ardiendo en fiebre.

A veces me pregunto si mi consciencia creó a esa mujer y representa en mi cabeza a la leucemia como tal. Pero algo dentro de mí dice que significa algo más. Algo más aterrador...



Cora cerró su diario en cuanto escuchó como los pasos apresurados de su padre ascendían por las escaleras y se dirigían hacia la habitación de la joven rubia. Ella, por su parte, escondió su diario bajo la almohada de su cama y extendió su mano hacia la mesa de noche que había junto a su cama para así tomar el frasco de sus pastillas y tomárselas.

En el momento que las tragaba con ayuda del vaso de agua, su padre ingresó tímidamente a su habitación y le dedicó un esbozo de sonrisa, que, si bien aparentaba estar calmado, se le veía cansado por pasar una noche en vela así como preocupado por el estado en que podía estar su hija tras una mala noche.

—Cariño ¿Cómo te sientes?—preguntó suavemente.

Cora solo pudo hacer una mueca y suspirar.

—Cansada, pero definitivamente me siento más fresca.

—Creo que deberías quedarte el día en casa y descansar—sugirió él con timidez, temeroso porque esto fuera a hacerla enfadar—. Aprovecha que está lo del autolavado y así tendremos más oportunidades de inventar excusas cuando sean días de clases.

𝐒𝐀𝐏𝐏𝐇𝐈𝐑𝐄 𝐄𝐘𝐄𝐒 》the vampire diariesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora