𝗦𝗔𝗣𝗣𝗛𝗜𝗥𝗘 𝗘𝗬𝗘𝗦 ❛Tómame entre tus brazos para que pueda morir por segunda vez❜
Donde 𝐂𝐨𝐫𝐚 𝐁𝐞𝐜𝐤𝐡𝐚𝐦 llega a Mystic Falls escapando de la sombra de la muerte que la acecha y descubre un pasado tormentoso en su familia que cambiará...
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La camarera de turno terminó por servir el café en una de las tazas y se marchó de allí murmurando que disfrutasen de la comida, aunque era obvio que lo hacía por requisito de su empleo. Ava observó con atención como la joven rubia que tenía delante suyo abrazaba con sus dos manos su taza de café descafeinado y le daba unos sorbos. No comprendía cómo cada uno de sus movimientos, incluso el más mínimo de ellos, podían ser tan agraciados. Era algo hipnótico.
Rosalie le dedicó una media sonrisa al otro lado de su taza e hizo un gesto con su mentón para señalar el jugo verde que Ava había ordenado junto a un filete de carne y ensalada.
—¿Está rico?
—¿Qué?—Ava salió del trance en dónde creía estar y volvió su atención a la pajilla blanca de plástico que apenas y había tocado para beber de su jugo. Alzó sus cejas y asintió—. Oh, sí.
—Tal vez puede ser solo una impresión mía, pero tengo la sensación de que te arrepentiste de lo que ordenaste. —comentó con una suave risa.
—No, nada de eso—dijo—. Es solo que creo que todavía tengo algo de alcohol en mi sistema y me cuesta coordinar. —explicó con una sonrisa torpe para después darle un sorbo a su jugo. Retiraba lo dicho, si se arrepentía ¿Porque había ordenado aquel litro de jugo que fue creado para torturar a los seres humanos?
Obligándose a sí misma a tragar, Ava volvió a sonreírle a Rosalie para intentar verse convencida de sus recientes palabras y picó un poco su ensalada para así comer unos cuantos pequeños bocados.
—Siento tanto que me hayas encontrado en tan mal estado. Probablemente mañana apenas recuerde algo, ya que sospecho que sigo ebria, pero te juro que usualmente no soy así. —dijo, sintiendo la necesidad de aclarar aquello.
—Quédate tranquila, lo entiendo perfectamente—dijo, más su sonrisa se tensó—. Sé muy bien lo que estar en tus zapatos. Por eso quise ayudarte. No podía dejarte sola.
Ava asintió sin comprender del todo sus palabras, pero la verdad era que apenas y había entendido algo del menú cuando tuvo que leerlo para pedir algo. Literalmente ordenó lo primero que tuvo coherencia en su mente afectada por el licor.
Rosalie, por su parte, le dio un sorbo más a su café para después bufar y sacar de su bolso una licorera y verter un poco a su bebida.
—Tranquila—dijo ella al ver los ojos desorbitados de la pelinegra—. Es medicinal. Y, en el supuesto caso de que no lo fuera, digamos que soy más resistente a sustancias fuertes—inclinó su cabeza hacia el lado derecho—. Dame el beneficio de la duda ¿Quieres?
Le guiñó el ojo, y esta vez bebió con más entusiasmo su café. Ava no fue capaz de decir palabra alguna. ¿Quién era ella para juzgar cuando su cabeza la estaba matando por beber alcohol desenfrenadamente? Además, Rosalie era adulta, al menos parecía ser mayor de los dieciocho, por lo que debía saber lo que hacía. Sin mencionar el hecho de que se estaba tomando el tiempo para cenar con ella.