Capítulo 29. Descendencia

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El termómetro marcaba 37

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El termómetro marcaba 37.3° de temperatura corporal, lo cual indicaba que ya no tenía fiebre, sino febrícula. Cora inmediatamente suspiró aliviada y dejó junto a ella el termómetro de mercurio mientras volvía a cerrar los ojos.

Habían pasado tres días desde el viaje a Georgia. Había llegado a casa a primera hora del día. Damon simplemente se había estacionado frente a la casa y ni siquiera se había dignado en despedirse, lo cual le hizo pensar a Cora de que tal vez el problema con Damon no era tanto en su cabeza, sino de que Mystic Falls le sentaba mal al azabache y despertaba su lado psicópata y un tanto mal educado. Como fuese, Cora no les prestó atención a los malos modos de Damon y se dispuso en entrar a la casa. Pero en cuanto puso un pie dentro, se vio envuelta en dos pequeños, pero fuertes brazos que casi la dejaron sin aire.

Su madre la recibió con una calurosa bienvenida, y una vez que se aseguró de que estaba ilesa, empezaron los gritos histéricos, los cuales acabaron por despertar a André, quien jugó el papel de juez, sin ponerse de parte por ninguna de las dos, ya que concordaba de que Cora fue irresponsable al no llamar o mínimo enviar un mensaje, pero también estaba de acuerdo con su hija de que Lydia estaba exagerando un poco, ya que había llegado a casa en el tiempo acordado y sin ninguna herida.

Aun así, su padre le prohibió salir ese día, más no le quitó el celular como Lydia había deseado, ya que, según André, quería que Cora estuviera a salvo, más no tenerla como una prisionera.

—Entiendo tu punto de vista—le había escuchado decir a su padre mientras subía las escaleras a paso lento, ya que solo entonces fue cuando resintió la falta de medicamento, así como el cúmulo de emociones que ella había decidido ignorar—. En verdad lo hago. Anoche no conseguí dormir hasta por eso de las cinco porque estuve pendiente del teléfono, así como de cada ruido del exterior, pero ella está bien. Que se quede hoy nos mantendrá más tranquilos, y a ella le ayudará a descansar. No lo veo como un castigo, sino como una solución al problema. Si le quitas el celular o privas de hablar con sus amigos, te aseguro de que deseará volver a Chicago solo para internarse, y no queremos eso. Déjala vivir un poco.

—Lo que hizo no fue vivir su vida de adolescente, André, fue poner su vida en riesgo—refutó Lydia desde la cocina—. No sabíamos dónde estaba, que comió, si estaba herida, como se sintió sin su medicina; soy su madre...

—Y yo su padre—le recordó con amabilidad que casi se podía escuchar su sonrisa en su voz melódica—. Yo también sé lo que es mejor para ella. Somos un equipo, los tres, por lo tanto, debemos confiar entre nosotros. Tampoco me está gustando que últimamente presente este comportamiento intrépido, pero si nos ve como sus enemigos empeoraremos nuestra relación y se alejará. Vinimos a Mystic Falls para unirnos como familia, y te prometí que no permitiré que nada malo le suceda mientras estemos aquí. Pienso cumplir con mi palabra.

Después de escuchar a escondidas aquella breve discusión, Cora se había encerrado en su habitación y no salió de ahí los siguientes tres días, ya que apenas su cabeza tocó la almohada, fue consciente de que estaba ardiendo en fiebre. Aparentemente le había sentado mal no tomar su medicamento cuando Damon la raptó tras salvarla del accidente vehicular, sin mencionar que la secuestró un vampiro que casi mata a Damon, y éste le confesó de que Elena era igualmente doppelganger de una ex novia de Stefan.

𝐒𝐀𝐏𝐏𝐇𝐈𝐑𝐄 𝐄𝐘𝐄𝐒 》the vampire diariesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora