Capítulo 1. Mystic Falls

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—¿Estás nerviosa por tu primer día?

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—¿Estás nerviosa por tu primer día?

La pregunta de su padre hizo que Cora se removiera con cierta incomodidad en su asiento, bajo el agarre del cinturón de seguridad. La joven rubia de ojos azules tamborileaba con la punta de sus uñas sobre la carpeta que descansaba en su regazo, la cual contenía los papeles que debía entregar al director de la nueva escuela a la que asistiría.

Soltando un suspiro, Cora pestañeó y rápidamente su semblante melancólico se transformó en la viva imagen de la alegría, formando con sus labios una sonrisa que intentaba transmitir calma.

—Estoy bien —dijo, aunque rápidamente se arrepintió de haber escogido esas palabras. Todos sabían que cuando alguien decía eso, generalmente era una mentira. Pero, para ella, quizás podía cambiar esa regla. Estaba claro que no podía estar bien, pero tampoco quería decir que estaba mal, que quería volver a casa, esconderse bajo la cama y esperar a que lo que parecía una pesadilla terminara.

Su padre, por otro lado, solo pudo suspirar y asentir para sí mismo. Cora sabía que él también quería creer en aquella mentira, porque era lo mejor que podía hacer. No era exactamente huir de la verdad, pero ese era el problema. Ella, su papá y su mamá conocieron la verdad, la enfrentaron aquel día en el consultorio del hospital de Chicago, y desde entonces no hacían otra cosa más que pensar en ello, las veinticuatro horas del día.

Leucemia.

Cora aún no podía cerrar los ojos sin pensar en esa palabra que cambió su vida. Literalmente había tenido que abandonar todo lo que conocía para comenzar de cero: un nuevo hogar, nueva escuela, nueva dieta alimenticia, tratamientos físicos, nuevo horario para dormir; incluso tuvo que cambiar su calzado por zapatillas de correr o botas con plataformas de no más de dos centímetros. Quizás no muchos lo verían así, pero para Cora su vida había cambiado en los más mínimos detalles solo por una palabra que el doctor pronunció tras analizar unos análisis.

Todo comenzó porque ella se sentía más cansada, y aunque sus padres creyeron que era algo normal por la escuela y las desveladas haciendo tarea o leyendo hasta tarde, su papá se preocupó rápidamente cuando Cora le informó que tenía fiebre.

Pensaron en miles de posibilidades cuando el doctor les pidió un análisis de sangre: gripe, algún virus, o incluso que se debía a su ciclo menstrual, ya que además de todo, llevaba varios meses siendo irregular, y su mamá pensó que algo debía estar mal con sus hormonas. Sin embargo, para la familia Beckham, la realidad fue algo mucho peor de todo lo que pudieron haber imaginado.

—¿Cáncer? —había sido su madre la primera en reaccionar cuando el doctor les explicó lo que padecía Cora. Su padre estaba deshecho, solo era capaz de llorar en silencio mientras se sostenía de la silla del consultorio—. No. No puede ser. No...

—Señores Beckham —el doctor seguramente ya había dado noticias como esa muchas veces, tal vez peores, pero Cora sabía que, sin cuánto importan padres o hijos tuvieran que escuchar una mala noticia sobre un ser querido, para todo doctor siempre era como hacerlo por primera vez. La angustia, la desolación, el temor impregnados en la mirada de la familia mientras le imploraban en silencio que él, como médico, pudiera salvar al paciente, era una imagen desgarradora de contemplar—. Sé que es difícil de procesar, pero...

𝐒𝐀𝐏𝐏𝐇𝐈𝐑𝐄 𝐄𝐘𝐄𝐒 》the vampire diariesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora