Equinoterapia

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Despertó sintiéndose desorientado, sobre todo cuando se dio cuenta que no estaba en su habitación, sonrió cuando miró a la griega dormida junto a él, estaba bocabajo y desnuda, se durmieron sobre él edredón, llevó una de sus manos hasta su espalda, para tocar su suave piel.

—¿Qué haces despierto? Duerme, es muy temprano. —murmuró adormilada, extendiendo una de sus manos hasta el rostro de Kerem, quien sonrió al escucharla.

—Estoy acostumbrado a despertar temprano. —le recordó antes de besar su hombro.

—Es día libre, debes descansar. —dijo abriendo sus hermosos ojos para verlo.

—Yo no tengo días libres. —declaró mirando como giraba en la cama para quedar boca arriba.

—Ahora sí. —declaró cerrando los ojos.

—¿Tú me has dado el día libre? —preguntó antes de besar su cuello.

—Sí. —respondió sonriendo.

—Bien. —aceptó pasando lentamente una de sus manos por el cuerpo de la griega— ¿Cómo te sientes? —le preguntó antes de atrapar entre sus labios una de sus rozados pezones.

—Muy bien. —dijo abriendo los ojos para verlo— ¿Y tú? —preguntó pasando su mano por el negro cabello del salvaje.

—Bien. —respondió liberando su pezón para besarla.

Dejó sus labios para tomar de nuevo uno de sus pezones succionándolo, haciéndola gemir, su mano bajó por su vientre hasta su sexo, hundiendo sus dedos entre sus pliegues ya húmedos. Sintió como su clítoris se inflamó por su toque.

—Kerem… —gimió cuando sintió como sus dientes mordían su pezón, antes de liberarlo y volver a besarla con pasión. Dejó sus labios para moverla en la cama dejando boca abajo.

—Ponte en cuatro. —le ordenó besando su nuca.

—¿Así? —preguntó haciéndolo.

—Perfecto. —declaró hincándose detrás de ella, al tiempo que pasaba una de sus manos sobre sus pliegues húmedos, tomando un poco de sus jugos para mojar su propia erección.

Tomó su pene y lo ubicó en su entrada para lentamente deslizarse en su interior, mientras repartió besos por su cuello y nuca.

—¿Duele? —preguntó junto a su oído, sin moverse y Calíope negó con la cabeza— ¿Puedo moverme?

—Sí... Muévete… Dios… —gimió cuando lo hizo, salió de ella para luego volver a entrar de forma lenta.

Poco a poco fue aumentando sus movimientos, entrando en ella de forma rápida y profunda, mientras sus labios saborean su espalda.

—Eres preciosa. —declaró en su oído antes de tomarla por la barbilla para atacar su boca y robarle el aire de los pulmones.

—Kerem… —lo llamó entre gemidos cuando dejó sus labios y se incorporó para tomar sus caderas y arremeter contra ella— Sí… Dios… —gimió en un grito cuando se corrió apretando cada centímetro de él.

—¿Estás bien, Calíope? —preguntó moviéndose lentamente sintiendo cómo sus espasmos desaparecían.

—Muy bien —respondió con la respiración agitada, mientras Kerem salía de ella y la novia de nuevo dejándola boca arriba.

Tomó sus labios de forma lenta, al tiempo que sus manos abren sus piernas para acomodarse entre ellas, y volver a entrar en su cálido cuerpo.

—¿Tú no? —preguntó dejando sus labios y guardo silencio.

Calíope Donde viven las historias. Descúbrelo ahora