—Estoy enojada contigo. —declaró alejándose de él.
—Es verdad ¿Vas a quedarte con mi tejana? —preguntó sonriendo, yendo detrás de ella.
—Tal vez lo haga. —dijo girando para verlo.
—Bien, podrías regresármela cuando me perdones.
—¿Por qué estás tan seguro de que voy a perdonarte? —se detuvo para verlo.
—Porque me amas, como yo te amo. —declaró mirándola a los ojos.
—Aun no voy a perdonarte. —dijo quitándose la tejana para ponérsela a él.
—Pero lo harás amor mío. —mostró una gran sonrisa.
—Asi que ya sabes lo que significa. —dijo y él asintió— Bien, debo volver o mis hermanas se preocuparán.
—Nos vemos mañana, amor mío. —dijo sin borrar la sonrisa.
—Hasta mañana salvaje. —se despidió— No me sigas.
—Vamos al mismo lugar, tengo que seguir el mismo camino. — le explicó.
—Hay mucha playa, aléjate de mí. —señaló con la mano la arena.
—Estoy alejado de ti. —comentó moviéndose unos metros lejos de ella, pero a la misma altura.
—Yo veo que vas igual. —contradijo.
—Claro que no. —dijo sonriendo, realmente se estaba divirtiendo con ella, debía recordar el efecto que tenían los brownies mágicos en la griega.
—Claro que sí. —habló mirándolo fijamente, él negó con una gran sonrisa— Eso no es normal en ti. —señaló acercándose a él.
—¿Qué cosa? —cuestionó deteniéndose.
—La sonrisa, tú no sonríes tanto, tú eres un amargado salvaje, a mí me gusta el amargado salvaje. —declaró picando su pecho con uno de sus dedos.
—Estoy feliz de verte de nuevo, así que no puedo evitar sonreír, además siempre sonreía contigo.
—Despues de que tuvimos sexo sonreías. —señaló.
—El sexo me pone de buen humor, sobre todo cuando es contigo. —dijo tomándola por la cintura para pegarle a él.
—No vamos a tener sexo. —dijo haciendo el rostro hacia atrás para que no la besara.
—Claro que no, tú y yo haremos el amor. —declaró antes de atrapar sus labios en un beso lento.
—Aun no, porque estoy enojada contigo. —murmuró entre el beso.
—Si, lo haremos hasta que me perdones. —declaró dejando sus labios.
—Posiblemente no te perdone. —dijo separándose de él.
—Lo harás amor mío. —le regaló un guiño.
—No estés tan seguro. —le dijo empezando a caminar de nuevo hacia al bar.
—Es lo menos que estoy.
—Bien.
Caminaron en silencio, la griega lo miraba y él le sonreía cada vez que lo hacía, tomaron cada uno sus zapatos y fueron a donde estaban los demás, la griega fue la primera en irse junto a sus hermanas que, aunque querían andar de fiesta, el deber de madre les ganaba, asi que regresaron a casa alrededor de las tres de la mañana, fue directo a su habitación, se dio un baño sintiéndose mareada, se puso el pijama y se metió a la cama, no tardó mucho en dormir.
Kerem regresó un poco más tarde pues su cuñado y su hermana parecía que cuando se iban de fiesta lo hacían en serio, se quedó en la casa que la familia de Rainer tenía en la isla, que era en la que vivía Calíope. Por la mañana volvió a Atenas, fue a la casa donde se estaban quedando, no habia rastro de Murat, seguramente aún seguía en su trío con las griegas, desayuno con sus padres quienes le contaron que habría una cena temprano esa noche con la familia de su cuñado, así que debía asistir, solo serian ellos, odiaba esos eventos, pero debía hacerlo por su hermana.
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Calíope
عاطفيةElla es Calíope la cuarta hija de Xandro Kalonimos y es dulce por fuera, pero con el corazón difícil de domar.... Todos los derechos reservados ©®