The line between hate and sin I

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Para Spell_11 por la idea y por ser una loca celosa jajaja

Lauren g!p

El Sol bañando su piel, los diamantes adornando sus dedos, la copa de champagne Cristal Rosé, el libro autografiado por Rupi Kaur. Todo a su alrededor eran lujos, desde que amanecía hasta que se iba a dormir. Sin embargo, no recordaba la última vez que se sintió feliz en aquella vida cubierta de oro. Se bajó las gafas Luis Vuitton para que el resplandor no afectara sus ojos marrones. Frente a ella se colocó su esposa, si es que podía llamarla aún así. La recorrió con una mezcla de odio y deseo en la mirada, sin embargo, se reservaría eso último para sí misma. El pantalón azul oscuro se ceñía a sus largas piernas como una segunda piel y el voluptuoso valle de sus pechos se mostraba por entre la chaqueta de aquel traje de diseñador. Lauren tenía un aura demasiado poderosa que captaba la atención de todo aquel que estuviese cerca de ella. No importaba la orientación sexual: era un espectáculo digno de admirar. Su nívea piel, su cabello castaño que se perdía por sobre su cadera, su elegancia, sus penetrantes ojos verdes. Camila aún recordaba cómo se habían conocido una década atrás: estaba en la playa de vacaciones junto a sus amigas, sin más preocupaciones que broncearse de manera uniforme hasta que aquella mujer apareció en la costa italiana con su sonrisa distante, como si nunca fuese capaz de sentir emoción alguna. De cierta manera era así. Sus facciones no variaban mucho, sólo cuando tenían sexo desenfrenado y se dejaba caer contra su torso desnudo. Ese era el único momento en el cuál Lauren Jauregui dejaba escapar una sonrisita complacida y, con algo de suerte, un: "te amo, ma belle". A pesar de que Lauren era americana de nacimiento, había pasado gran parte de su juventud en Europa, por lo que no se le dificultaba hablar más idiomas a parte de su inglés natal. Sin embargo, a Camila le resultaba extremadamente sexy cada vez que le soltaba alguna palabra en francés, ella lo sabía y lo usaba a su favor. Al menos, en la primera mitad de su matrimonio. Las cosas entre ellas no marchaban bien desde hacía un par de años. Quizás por los largos viajes de negocios de la ojiverde, quizás porque ella se negaba a entregarle un primogénito. No era que no quisiera, simplemente prefería esperar. Pero cada vez que decía aquello, Lauren respondía exasperada: "¿esperar a qué, Camila? Estoy al cumplir 34 años, y tú estás llegando a la treintena. ¿Quieres que seamos madres longevas?"

Salió de sus cavilaciones cuando la suave mano de la mujer fue a parar a su pierna descubierta. En otras circunstancias, se hubiesen arrancado la ropa del cuerpo y ya estarían follando en el borde de la piscina. No obstante, poco quedaba de aquella joven pareja hormonal del principio. Apartó a la ojiverde de un manotazo para que notara su incomodidad. Sabía muy bien a qué había ido ahí. Lauren suspiró hastiada de la actitud de su esposa y se revolvió el cabello en un acto para contener su enojo.

- Estaré fuera un par de semanas, Camila. - Intentó conectar sus ojos, sin embargo, los cristales oscuros le negaron el acceso. - No saldrás de la casa sin la compañía de algún guardaespaldas.

- ¿Ahora soy una niña pequeña? - Se quejó en voz baja, incluso si quería hacerle frente, la presencia de ella imponía un respeto atroz.

- Cuestiones de seguridad. - Volvió a mover su melena de un lado a otro para calmar su volátil temperamento.

- ¿En qué estás metida, Jauregui? - La cuestionó con la sospecha de que todos los ceros en sus cheques no se sustentaban con la empresa de marketing ni la constructora que llevaba el poderoso apellido de su esposa. Sabía que había algo más.

- No es de tu incumbencia, Cabello. Sólo compórtate en mi ausencia. - Miró la hora en su costoso reloj de pulsera de oro con incrustaciones de zafiros. ¿Modesta? Para nada. - Sólo no te dejes ver mucho por la ciudad y de ser posible, quédate unos días en Miami.

- Me gusta más el clima de la Toscana. - Se miró la impecable manicura para ignorar la petición de la empresaria.

- Camila. - Miró a ambos lados antes de inclinarse al oído de la latina. - No estoy bromeando, hay demasiadas cosas en juego para que te les regales en bandeja de plata.

- ¿A quién me regalaría? ¿A los paparazzi? - Se estremeció cuando Lauren mordió el lóbulo de su oreja en un claro acto de reclamar autoridad.

- Sabes que me importan una mierda los titulares de revistas rosas, esto es algo más serio. - Ahuecó sus mejillas y le quitó las gafas de Sol para verla por primera vez a los ojos luego de mucho tiempo. Ambas temblaron por la intensidad de sus miradas, sin embargo, prefirieron ahorrarse comentarios al respecto. - Sé una buena esposa y sigue las reglas.

- No eres mi puta dueña, Lauren. - La encaró hasta que sus labios se rozaron. Dios, si no fuera tan arrogante y la poseyera en aquella tumbona. "Dime que sí, que te pertenezco", imploró en su fuero interno.

- Sí lo soy. - Resopló excitada, ese no era su plan inicial, pero ya estaba dura como una roca y llevaba casi dos meses sin tocarla. Estaba a punto de besarla cuando fue interrumpida.

- Señora Jauregui, el helicóptero acaba de aterrizar. - Informó Damiano, su mano derecha en Italia. Ella asintió para que el hombre desapareciera nuevamente.

- Estarás bajo custodia 24/7, Camila. - La advirtió una última vez, y antes de separarse, tiró de su labio inferior con fuerza hasta que la escuchó gemir.

Se fue de ahí con unos deseos irrefrenables de follarla hasta perder la razón, sin embargo, sabía que primero debía resolver los asuntos de primer orden para intentar rescatar su matrimonio. Ella aún amaba a Camila, más que a nada en ese mundo. Pero su esposa pensaba lo contrario. No era su culpa que el trabajo consumiera tanto tiempo ni que implicara viajar constantemente. Además, no la veía quejarse cada vez que le regalaba un auto de lujo o leía los recibos de cobro de las tiendas de moda de París. Para la cubana era un deporte tomar el jet privado para ir de compras. No se lo recriminaba, a fin de cuentas se pasaba quincenas sin más compañía que el servicio de limpieza, los cocineros y el personal de seguridad. Sólo esperaba que siguiera su orden de mantener un perfil bajo. Se giró antes de marcharse y vio cómo la mujer la observaba con una expresión impasible en su rostro. Lauren no pudo descifrar si quería matarla o gritar su nombre sin pudor. Lo único que tenía claro era que a su regreso, las cosas no iban a ser tan calmadas como quería.

More Than That (Camren One Shots)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora