The line between hate and sin II

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Lauren g!p

Caminó hacia la cocina envuelta en el silencio de aquella mansión enclavada en la orilla de la costa italiana. Hacía cuatro horas que su esposa se había marchado, sin embargo, su centro todavía latía por ese encuentro dominante que habían protagonizado. A Lauren le fascinaba tener el control y a ella le encantaba llevarle la contraria. Así había sido el comienzo de su relación agitada y pasional. Agarró una manzana del frutero, no le apetecía comer otra cosa. Ese día se fue a dormir temprano, no obstante, su mano se deslizó por entre sus pliegues con aquel par de esmeraldas transitando libremente por su psiquis. Por mucho que detestara a Lauren, la atracción que sentía hacia ella era innegable. Si tan solo pudieran arreglar su matrimonio...

La mañana siguiente no fue muy distinta. Su teléfono se iluminó con la llegada de un mensaje de la ojiverde; un simple emoji de un par de ojos para recordarle que no hiciese nada fuera de lo planificado. Ella le contestó con el dedo corazón y bajó a desayunar. Allyson, su cocinera favorita, le había dejado preparado un bol de frutas frescas troceadas, zumo de pomelo y aquellos maravillosos waffles. Una vez que colocó el último trozo de banana en su boca, apareció un hombre trajeado, con gafas oscuras, barba de tres días y el cabello rubio perfectamente peinado hacia un lado. Guapo. A Camila le pareció muy guapo. Sin embargo, en el momento que notó el pinganillo, sintió algo de aversión hacia él. Otro secuaz de Lauren.

- Buenos días, señora Jauregui

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- Buenos días, señora Jauregui. - Chasqueó la lengua antes de corregirlo.

- Cabello-Jauregui. - Había mantenido su apellido aún después de haberse casado con una de las jóvenes más ricas del mundo, aunque le encantaba cómo sonaba unido al de su esposa.

- Disculpe, señora Cabello-Jauregui, sólo venía a informarle que el auto está listo. Justo como pidió ayer.

- ¿Y tú eres? - Dejó caer la servilleta con descuido sobre la mesa, ella no era una gran conocedora de quiénes eran los guardias de seguridad.

- Christopher Pine, señora. - La pose firme del hombre no cambió ni un segundo, ni siquiera bajo el escrutinio de la latina. - Su esposa me ha asignado la tarea de cuidarla.

- Esa idiota. - Murmuró para sí misma, quizás la necesidad de tener hijos de Lauren la estuviesen impulsando a tener estos ataques de sobreprotección hacia ella. - Bien, tomaré una ducha. Iré a almorzar con Dinah a Faconiere, reserva una mesa.

Él sólo asintió. Todos en esa casa conocían el temperamento de Camila; era un amor cuando quería, pero si le llevaban la contraria, podría cortarle la cabeza a alguien con una simple mirada. Era eso o de patitas a la calle. A la mujer le resultaron extraños los atajos que tomó Christopher para llegar a uno de los mejores restaurantes de la Toscana, no obstante, prefirió tomar una foto del paisaje para enviársela a Lauren, quién no tardó en responder con una cara enfadada. Nunca la había molestado en sus viajes, pero desde ayer sintió la necesidad de hacerle notar que ella no estaba contenta con esas largas ausencias, incluso cuando jugaba a ser la esposa frívola que aceptaba todas las decisiones de su cónyuge.

More Than That (Camren One Shots)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora