Omegaverse
Siempre había detestado rodearme de alfas. Su prepotencia rezumababa en mi nariz con ese olor a almizcle agrio, que sólo lograba disminuir mis deseos de encontrar pareja en algún momento. Las pocas veces que compartí mi celo con alguien más, resultaban ser betas lo suficientemente humildes como para no desprender una fragancia intolerable para mi agudizado olfato.
Bastante tenía que soportar en mi trabajo, donde sólo podía inhalarse una mezcla de machos desesperados por llamar la atención con sus pechos henchidos por el gimnasio o de hembras demasiado apresuradas por sentar cabeza. Yo, al ser una omega sin marca, parecía ser el blanco perfecto para la mayoría de mis colegas. Había perdido la cuenta de cuántas veces tuve que rechazar a más de un alfa necesitado.Sin embargo, la empresa entera cambiaba su aroma con la llegada de una persona que no pasaba desapercibida para nadie. Todos los alfas y betas bajaban la cabeza a su paso, mientras que los omegas realzaban sus cuellos en señal de sumisión. Excepto yo. No podía negar que ese olor a vainilla era tan cálido que arrullaba a mi loba interna en un abrazo protector, pero aborrecía sobremanera a la portadora de aquella exquisita fragancia.
Lauren Jauregui, CEO y heredera de Jauregui's Enterprise, estaba catalogada como una de las solteras más deseadas del país. Cualquiera desearía ser marcado por ella. Era ganarse la lotería: una fortuna de millones para gastar el resto de la vida y una alfa extremadamente hermosa. Una cosa era que no tolerara su arrogancia, pero otra muy diferente era negar la belleza de Lauren. Poseía unos ojos verdes que serían capaces de aniquilar a su enemigo con una simple mirada, labios carnosos que incitaban a pecar incluso al más casto, un cabello azabache que realzaba la palidez perfecta de su piel y un cuerpo fuerte pero femenino que podría calentar el rincón más gélido del planeta. Sí, era un espectáculo para la vista, pero una niña malcriada que hacía todo a su antojo sin pensar en los demás.
Justo por sus caprichos, me encontraba dos horas después de mi horario laborar sólo para terminar un estúpido informe que ella decidió que necesitaba. Podía haber esperado a mañana, pero no, la señorita perfección lo quería antes de las 9:00 p.m.
Resoplé frustrada una vez que coloqué el punto final en aquel documento. Imprimí dos copias y me dirigí a la oficina del demonio con mi mejor cara de pocos amigos. No obstante, no pude continuar mi marcha cuando llegó a mí una ráfaga de aire cargada de un aroma totalmente diferente. Era la misma vainilla pero más atrayente, más excitante. Apreté los párpados para acallar la necesidad primitiva de ser poseída por el dueño de ese perfume tan embriagante.
Toqué a la puerta con cierta precaución, del otro lado de la madera se escuchaba un gruñido. Esperé unos segundos más y cuando iba a llamar nuevamente, la madera se abrió de golpe para mostrar una agitada alfa. Las gotas de sudor adherían mechones a sus sienes, largas bocanadas de aire escapaban de su boca y el negro se había apoderado de la mayor parte de sus pupilas. A penas se dejaba entrever un filo esmeralda en aquella imponente oscuridad. Tiró de mi muñeca con cierta fuerza, pero sin llegar a ser agresiva. En un parpadeo mi espalda estaba acoplada a una pared. Gemí por la sorpresa, o quizás por aquel repentino calor que me invadió.
- Señora Jauregui, ¿qué hace? - Protesté no muy segura de querer desprenderme de su cercanía. Olía tremendamente bien.
- Mía. - Gruñó cerca de mi cuello mientras sus manos se aferraban a mi cintura.
- ¿Qué? - Pregunté incrédula, no podía creer que mi jefa estuviera en ese estado. - ¿Está en celo, señora Jauregui?
- Te necesito, Cabello. - Imploró temblorosa, sin dejar de acariciar mi cuerpo por encima de la ropa. - Me vuelves loca.
Podía sentir su miembro presionando en la parte baja de mi vientre. Fue en ese momento que mi loba aulló en aprobación. Un deseo visceral recorrió mi espina dorsal. De repente olvidé que detestaba a los alfas y que aquella mujer me parecía insoportable. Mi celo no llegaría hasta dentro de una semana, pero el olor de Lauren parecía acelerar todo el torrente hormonal. Entonces sucedió. Sus labios se posaron en los míos con un hambre voraz. Le correspondí de inmediato sin más idea en mi mente que entregarme a ella porque así lo aclamaba cada una de mis células. Sería la mejor omega para ella.
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More Than That (Camren One Shots)
FanfictionUn poco de g!p, un poco de sadomasoquismo, un poco de tríos... Vamos, un poco de todo. Sólo entra a leer y que Allysus te bendiga.