Partners

2.8K 41 22
                                    

El humo brotaba de aquella taza de café como un silente recordatorio de que necesitaba de sustancias químicas para poder mantenerme despierta otro par de horas. Los archivos de aquel caso se apilaban en mi escritorio sin llegar a una respuesta satisfactoria. Aparté la vista de los mapas que contenían múltiples tachuelas para señalar los cadáveres de 13 hombres. Mi jefe carraspeó desde la puerta. Me sonrió de medio lado, con unas marcadas ojeras y las canas adornando la mitad de su arrugado rostro.

- Debería ir a descansar, agente Cabello. - Su profunda voz me arrancó un bufido cansado. Ambos sabíamos que no iba a detenerme hasta encontrar mínimo un sospechoso.

- Sabe que no lo haré aún, agente Fallon. - Bebí otro sorbo para continuar con mi minuciosa búsqueda. - Mientras usted me aconseja que vaya a dormir, ese asesino puede estar vigilando a la próxima víctima.

- Lo sé, pero su cerebro en algún momento necesitará refrescar. No puede estar todo el día pegada a la escasa evidencia que poseemos.

Chasqueé la lengua, sin darle mucha importancia a los consejos de mi jefe. Él sólo se revolvió el cabello para perderse por dónde mismo había entrado. Llevaba todo un mes recibiendo notificaciones de asesinatos en distintas zonas de la ciudad. El primero me pareció una trifulca entre bandas de traficantes, sin embargo, el segundo crimen fue más metódico. El hombre presentó una herida de bala en su frente, lo que podría tomarse como la causa principal de defunción. Pero se encontraron cortes profundos en sus piernas, lo que el forense indicó como muerte por desangramiento. El asesino torturó a sus siguientes víctimas de la misma forma y el balazo era más bien una especie de firma. Sabía que se trataba de la misma persona, era demasiado obvio por el modus operandi. El problema radicaba en que no encontraba una conexión entre ninguno de los hombres que habían muerto a manos de ese sicario. Sólo dos de ellos estaban vinculados de manera directa con las drogas, el resto parecían ser personas de vida tranquila. Tomé el teléfono por sexta ocasión en el día para llamar a la única persona que podría ayudarme con este caso.

- Agente Jauregui. - Saludé una vez que se descolgó la otra línea.

- ¿Quién habla? - Su tono arrogante no hizo más que instalar el arrepentimiento en mí.

- Es la agente Camila Cabello, del departamento de...

- Sí, ya sé quién es usted. - Me cortó antes de que pudiera agregar otra palabra. - ¿Qué sucede?

- Es el caso del último asesino en serie.

- Ah, el amante de la femoral. - Comentó distraída, sin prestarle mucha atención a mi estado de preocupación. - ¿Qué puedo hacer por usted?

- Estaba pensando en que podríamos unirnos para resolver este caso. - Contuve la respiración, en espera de su respuesta.

- Disculpe, agente Cabello, pero estamos hablando de un psicópata que suma 13 asesinatos en un mes sin dejar más rastro que su adicción por desangrar a sus víctimas como si fuesen animales en un matadero y luego pegarles un tiro en la frente para restregarnos en las narices que fue él. - Habló sin pausas y se formó un silencio espeso del otro lado de la línea. - Creo que estamos perdiendo el tiempo.

- Al menos intentarlo podría llevarnos a algún lugar. - Intenté hacerla entrar en razón, aquella mujer era por mucho una de las mejores detectives de la agencia.

- ¿Y si nos encontramos con un callejón sin salida? Estaríamos hablando de horas de trabajo tiradas a la basura para que un tipo inescrupuloso se ría en nuestra cara.

- ¿Pero si sucediera lo contrario? Sería posiblemente el mejor caso de su vida policial. - Se me daba bastante bien convencer a las personas de que hicieran lo que yo quería, incluso si no estaba frente a ella podía notar cómo sopesaba la idea. - Piénselo al menos, agente Jauregui.

More Than That (Camren One Shots)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora