Mon Amour

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El murmullo del gentío que se desplazaba por los pasillos de aquel centro comercial lograba distraerla de las ideas sociópatas de su novia. Camila apretó los puños para ignorar el calor que se extendía por todo su cuerpo.

No podía dar dos pasos sin notar la humedad que se apoderaba de aquellas bragas de encaje que había escogido para la ocasión.
Una notificación de mensaje la hizo apartar los ojos de un inmenso cartel de promoción de L'Oréal. Arrugó el entrecejo por las indicaciones de su pareja. A veces dudaba de que fuese una mujer normal, aunque teniendo en cuenta que la seguía en cada una de sus locuras, podría dudarse también de su estabilidad mental.

Atravesó los disímiles departamentos de ropa antes de situarse frente al lugar de encuentro. Observó a ambos lados, sólo para notar que nadie le prestaba atención. Suspiró aliviada una vez que estuvo a salvo del ojo público. Se sonrojó con violencia cuando una dependienta la saludaba amablemente.

- Buenos días, señorita. ¿En qué puedo servirle? - Preguntó sin abandonar una cálida sonrisa.

- Yo... Emmmm. - Se meció sobre sus talones con nerviosismo.

- Ella viene conmigo, Ally. - Las manos que tan bien conocía, le rodearon la cintura para alejarla del mostrador.

Sus sentidos se crisparon por aquella fragancia tan sutil y envolvente que desprendía la chica tras de sí. Prefirió analizar los productos que estaban perfectamente ordenados en los estantes. Las pupilas se dilataron con cada artículo que se exhibía sin pudor alguno. No debería sorprenderse, a fin de cuentas, se hallaban en una Sex Shop.

- ¿Qué tienes planificado para hoy? - Susurró por sobre su hombro, para que su acompañante fuese capaz de escucharla.

- Lo de siempre. - Se limitó a contestar con ese tono burlón que la hacía perder un poco más la cordura. - Escuchar mi nombre mientras hago que te corras sólo por y para mí.

Un escalofrío recorrió la columna vertebral de la latina. Intentó girarse, sin embargo, fue empujada hacia el interior de un pequeño probador. Sus miradas se encontraron al fin en aquel espejo que parecía ser el inicio de su tortura.

- Estás preciosa, amor. - Le besó un hombro desnudo sólo para juguetear con el dobladillo del vestido.

Las yemas de aquellos ávidos dedos se deslizaron por sus piernas con una lentitud agónica. Cada centímetro de piel tocado se encendía con el deseo que llevaba gestando durante horas en su bajo vientre. Se removió para encontrar apoyo en la persona que la hacía perder la razón, sin embargo, sólo logró un chasquido de lengua reprobatorio.

- No tenemos prisas. - Una sonrisa ladina le adornó su ya de por sí precioso rostro.

- Por favor... - Jadeó cuando ahuecó su entrepierna con una mano.

- Hiciste lo que te pedí. - Le besó el cuello con suavidad. - Buena chica.

- Todo por ti, Mommy. - Ronroneó cuando su novia comenzó a retirar las bolas chinas lánguidamente.

- Mírate, bebé, eres un desastre hermoso. - Succionó su pulso con vehemencia para terminar sacando el juguete sexual de un tirón. - Te compré algo.

La curiosidad tuvo un efecto positivo sobre Camila, quién ignoró las pulsaciones de sus paredes vaginales para centrarse en la bolsa negra que le extendía la otra mujer con el nombre del local en elegantes letras rojas.

Se precipitó a mirar el contenido, sólo para juntar sus piernas en un intento de eliminar la molestia causada por la excitación. Aquel vibrador a control remoto le había causado una euforia casi asfixiante. También había un par de esposas junto a un antifaz de satén.

More Than That (Camren One Shots)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora