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- ¿No habéis investigado al vecino con el que tenía problemas? - preguntó Grace sorprendida por la acción de sus compañeros.

-Realmente no, pensamos que os encontraríamos en la comisaría para contaros las novedades, pero vemos que no estáis aquí.

-Vamos de camino a Saint Merched, a investigar quien denunció a la víctima. - dijo Damion intentando no desconcertar a su compañera. - En cuanto tengamos algo os llamaremos.

-De acuerdo. - dijo Samuel antes de colgar la llamada.

El transcurso hasta Saint Merched fue bastante entretenido para los inspectores, pues no habían parado de conversar sobre Chiara, la hija de Damion, o sobre la vida amorosa y caótica de la inspectora Michigan.

-Es justo enfrente. - dijo la inspectora aparcando el coche patrulla justo en la entrada del bar. En cuanto apagó el motor, los dos inspectores cogieron sus respectivas pistolas y se adentraron al bar.

-Sentaos donde queráis guapuras. - dijo el señor que se encontraba detrás de la barra.

-No venimos a tomar nada. Brigada de Nueva York, queremos hablar con quién le puso la denuncia a Louis Smith hace dos semanas. - El hombre al escuchar eso tiró la jarra de cerveza que llevaba en su bandeja metálica y echó a correr como si se le fuese la vida en ello.

- ¡Alto! ¡Policía! - gritaban ambos inspectores mientras corrían detrás del fugitivo.

Grace se desvió del camino y fue directa a por el hombre que huía animadamente del lugar. La inspectora se lanzó encima de él.

-La próxima vez piénsalo mejor antes de huir de la policía. - dijo la inspectora mientras arrestaba al hombre colocándole las esposas por detrás de su espalda para así dificultarle el poder escapar de nuevo. Damion llegó segundos después al lugar y con ayuda de la inspectora lo metió en el coche patrulla.

- ¿Cómo es posible que no estés sudando? - preguntó con tono cansado el inspector.

-No tengo la menor idea. - dijo la inspectora mientras su pecho subía y bajaba a causa de su respiración agitada y entrecortada.

Grace condujo velozmente hacia la comisaría para poder interrogar al señor al cual había tirado al suelo minutos antes.

Al llegar, Damion lo sacó del coche y lo metió en una sala de interrogatorio. Esas salas eran de lo más cutres que había, pero cumplían su función.

En el centro de la sala hacía presencia una mesa rectangular negra con las patas de metal envueltas en un plástico adherible negro metalizado. A cada uno de los lados de la mesa había dos sillas completamente blancas. La sala presentaba un micrófono debajo de la mesa ubicado estratégicamente en el centro de esta, logrando así que se escuchase a la perfección tanto lo que decía el interrogado a lo que decían los inspectores. Al final de la sala un espejo enorme hacía de separador entre la sala donde investigaban a las personas y la sala donde los demás inspectores o inspectoras veían la situación para poder sacar conclusiones.

-Quieto aquí. – Dijo Damion. - Enseguida vendrá la inspectora Michigan a interrogarte conmigo.

-Bien, te leeré tus derechos, antes de nada. - dijo Grace entrando por la puerta y cerrándola con fuerza. - Tienes derecho a permanecer en silencio, cualquier cosa que digas puede ser utilizada contra ti en un tribunal. Tienes derecho a un abogado.

- ¿Lo necesito? - preguntó el interrogado.

-Tú sabrás. - dijo Damion bastante enfadado.

-Prescindo de un abogado entonces. - dijo de nuevo el interrogado, con una seguridad y confianza en sí mismo que hacía que Damion se sacase de sus casillas.

Pirámide mortalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora