Año 2019

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El amor de Jimin y Jungkook siguió creciendo a pasos agigantados. Su última gira había sido un éxito, cada vez más gente les conocía y acudía a los estadios para verlos. En cuanto a su relación, ya no se cortaban tanto como antes, seguían poniendo límites, pero el número de personas a su alrededor que sabían de lo suyo eran más grande que hacía un año. Incluso se habían prometido matrimonio en un futuro próximo después del incidente del Rosebowl. Todo iba sobre ruedas. Ese verano tuvieron un mes de vacaciones. Desde el debut del grupo nunca habían saboreado un período de tiempo libre tan largo. Tanto Jimin como Jungkook lo aprovecharon para ir una semana a Busan a ver a su familia, pasar tiempo en la casa que compartían, salir con Hobi con el que convivían en el mismo edificio residencial... Sin embargo, la calma era solo una realidad a la que BTS no se podía acoger. A una semana y media de terminar las vacaciones y partir rumbo a Nueva Zelanda a grabar la cuarta temporada de Von Boyage, Jimin se fue de vacaciones a París. Iba con un amigo, al que JK también conocía.

La pareja había tenido una conversación en donde habían planteado sus puntos de vista sobre estar todo el día juntos. Sí, eran una pareja, pero vivían juntos, trabajaban juntos, y eso a la larga podía ser peligroso. Jungkook no tenía ganas de viajar y Jimin se moría de ganas por salir, por lo que decidieron estar separados un tiempo. Jimin estaba feliz, preparó su maleta, compró los pasajes, reservó el hotel y el maknae parecía aceptarlo, pero no era tan bonito como parecía. Jungkook estaba muy apenado porque Jimin estaría ausente por su cumpleaños, y una cosa es tomar distancia para no ahogar el vínculo, y otra muy distinta es perderte una fecha tan importante para tu pareja.

Jimin partió a París unos días antes del cumpleaños. Como salió de madrugada Jungkook solo recuerda el suave beso que le dejó en los labios antes de salir por la puerta. Al despertarse horas más tarde miraba el móvil esperando a que el rubio le dijera que había llegado bien. Estaba triste, acurrucado en su cama vacía, esperando que Jimin se diera la vuelta y le dijera que había cambiado el viaje, pero no pasó. En cambio, la pantalla del móvil del más joven se iluminó, era una llamada entrante de Jin.

-¿Sí? -dijo Jungkook sin muchas ganas de contestar-. ...No tengo ganas, me voy a quedar en casa, tengo mucho que hacer... (...) De verdad que no me apetece hyung. Voy a cortar... (...) Sí, adiós.

Jungkook cortó la llamada, cerró los ojos y volvió a entrar en otro sueño profundo mientras agarraba una camiseta que Jimin se había dejado en su lugar de la cama. La olió, la tocó y con el vaivén de sus propios pies sobre el colchón se quedó profundamente dormido.

Unos pies descalzos recorrieron la inmensa habitación de matrimonio parándose cerca de la cama King size. Se echó en ella y por detrás abrazó el cuerpo fornido de Jungkook. Puso sus manos en los pectorales y susurré en su oído.

-Mmmm... Qué duro Jungkookie...

Jungkook sonrió, cogió la mano que tocaba su pecho y la abrazó con cariño.

-Jimin-ah... No te fuiste.

Una risita se oyó detrás del moreno, haciéndole despertar de sus sueños. Miro la mano que sostenía, la miró con detenimiento y se giró rápidamente. Hobi se estaba destornillando de la risa. El maknae saltó de la cama al verlo.

-¡Joder! Hyung...

-Me muero contigo... -decía mientras no paraba de reír.

-¿Qué haces aquí? – preguntó el pequeño.

-Jin me dijo que te notó raro y bajé a ver qué te pasaba.

-¿Cómo has entrado?

Hobi sacó de su bolsillo otro juego de llaves.

MI ÁNGEL (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora