23. El juego del hambre

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Bucky estaba en el gimnasio quemando esa energía de más que había adquirido al estar encerrado en la torre. No podía salir por su cuenta y tampoco había sido requerido para las misiones que Steve designaría el día de hoy. El soldado estaba enojado, y la única forma sana que encontró para liberar esa tensión fue subiendo a la caminadora y empezar a correr como un maniaco.

La música rock de sus auriculares retumbaba fuerte en sus oídos para acallar sus propios pensamientos. El sudor caía de su frente, pero no era impedimento para seguir corriendo. Hasta que la música fue interrumpida por la voz de la IA de la torre que se había acoplado a su móvil. "Tienes un nuevo mensaje de Tony." Escuchó solo una vez antes de casi tropezar en la cinta.

Bucky empezó a detener el infernal aparato, bajando la velocidad hasta que logró bajarse. Sacó su móvil del bolsillo de su calzoneta negra y revisó el mensaje pendiente que iluminó su pantalla. Tony le había enviado un vídeo. Un largo vídeo que empezaba con la pantalla negra, para no revelar el contenido. "Míralo solo si estás a solas" envió Tony casi de inmediato. Una advertencia.

Bucky tenía el corazón agitado por la carrera en la cinta. Pero ese sentimiento no se desvaneció mientras miraba a su alrededor preguntándose si estar a solas en el gimnasio era suficiente para ver el vídeo confidencial de Tony. Después de pensarlo un segundo, su propio desespero lo hizo reproducir el vídeo.

La pantalla negra duró dos segundos antes de mostrarle a Steve, desnudo y atado a una silla, con sus piernas abiertas y lo que parecía ser un juguete de silicona alojado en su trasero. Bucky jadeó, olvidándose que tenía auriculares en sus oídos, sintió el gemido de Steve como si estuviese ahí con él. El rubio mordió sus labios y arqueó su cuerpo.

En la imagen, Tony apareció caminando dándole la espalda a la cámara. Todo su brazo izquierdo estaba revestido con la armadura de Ironman. Se acercó a la silla y con su derecha extrajo el dildo de silicona, dejándolo a un lado antes de volver su atención al rubio atado e indefenso.

Mírate, Stevie... ¿Todavía quieres saber qué se sentiría tener los dedos de Bucky dentro de ti? —preguntó Tony con una voz baja que erizó cada vello en Bucky.

¡Sí! ¡Por favor!

El gemido necesitado de Steve vino acompañado de la baja risa gutural de Tony. Usó su brazo en él, primero un dedo y luego dos. Steve movió sus caderas, desesperado por los dedos biónicos de Tony.

Anda, chico. Llámalo, Stevie. Llámalo.

—¡Bucky! ¡Fóllame! ¡Bucky!

Bucky detuvo el vídeo. Soltó una pesada respiración que tenía contenida en los pulmones. Cuando miró hacia abajo, notó la tienda de campaña formada en la tela negra de su calzoneta. Por suerte, él seguía solo y no dudó en cojear hasta las regaderas de los baños, con una molesta erección que no se disolvería tan fácil...

Casi media hora después, Bucky estaba sentado en la banca de madera frente a su casillero en los vestidores del gimnasio. Para su buena suerte, nadie lo había interrumpido en las regaderas donde tuvo que masturbarse dos veces para aplacar la voz de Steve suplicando por él. Y para su mala suerte, masturbarse no lo dejó satisfecho. Él quería estar ahí con Steve y Tony.

—¿Friday? —preguntó de inmediato, su mirada todavía fija en la pantalla apagada de su móvil— ¿Cuándo fue hecho este vídeo?

Aproximadamente hace una hora, sargento Barnes.

Bucky sintió esperanzas. Quizás todavía no era muy tarde para unirse.

—Friday, ¿dónde está Tony y Steve?

VIAJERO EN EL TIEMPODonde viven las historias. Descúbrelo ahora