VIAJERO EN EL TIEMPO

34. Peter el explorador

Logan no mintió respecto a su cabaña, y lo apartada que se hallaba del pueblo. Habían llegado el mismo día, el reloj de la camioneta marcaba las ocho de la noche, pero el sol seguía arriba. Logan les había dicho que empezaría a oscurecer hasta las diez de la noche. Peter nunca había vivido un fenómeno natural tan curioso antes.

Como Logan prometió, la cabaña tenía suficiente espacio para ellos. Era una casa grande, de dos pisos, con cuatro recamaras. Logan, fácilmente dispuso de dos habitaciones de invitados para Peter y Bucky. Lo que había dejado impresionado al adolescente al notar que su nueva recamara era mucho más grande que el pequeño apartamento que servicios infantiles le había dado.

Ahora tenía una verdadera cama lejos del suelo, limpia, nueva y super cómoda. Tenía un escritorio frente a una enorme ventana con vista al frondoso paisaje de Canadá. Tenía su propio baño privado, algo que solía compartir con otros chicos de su mismo piso en su edificio en Nueva York. Tenía un armario para su ropa, un televisor, y libros. Peter sonrió emocionado.

—Nada de ensuciar, chico. Mantén limpia tu habitación, ¿Entendido? —le dijo Logan, serio.

Peter se giró de inmediato y asintió con fervor.

—¡Sí! La mantendré limpia —aceptó sin dudarlo.

—Qué bueno. Será mejor que tomes un baño, prepararé la cena esta noche. Comemos a las nueve.

—Sí. Gracias... eh... ¿Logan? —lo llamó nervioso, apenas notó que el hombre pensaba irse y dejarlo solo—. ¿Qué pasará con la escuela?

—Mañana le enseñaré a Bucky dónde queda. Supongo que necesitaremos más documentación falsa, pero eso lo resuelvo yo, descuida.

—De acuerdo. Gracias.

Logan asintió una vez, y cerró la puerta para darle privacidad al chico. En cuanto más rápido se adaptase a su nuevo ambiente, mejor...

********

Peter tuvo un día libre, mientras Logan llevaba a Bucky a conocer los alrededores. Se suponía que lo enlistarían en la escuela justo después que Bucky consiguiese un empleo de medio tiempo con la compañía donde trabajaba Logan. Eso dejó a Peter, solo en la casa.

Al principio se distrajo con la televisión. Comió un tazón de cereal y leche en la sala de estar, y cuando terminó el programa que estaba viendo, corrió a la cocina a lavar su plato. Después de ordenar su camal, porque prometió mantener su habitación limpia, Peter no supo qué hacer además de ver por la ventana.

El día lucía demasiado bueno para estar encerrado, el chico se vistió con un pantalón negro, sus botas de senderismo, una simple camiseta y una chaqueta abrigadora antes de dejar la casa.

Sus planes eran no ir demasiado lejos. Solo recorrería la zona. Y con esa idea, vagó por los terrenos llenos de pinos enormes que le pertenecían a Logan. Más de una vez escuchó el trinar de aves, y aunque las buscó en el cielo, no supo exactamente de dónde venían. Pete se internó en el bosque, asegurándose de recordar el camino de regreso.

Había tantas hojas secas en el suelo que se resquebrajaban bajo las suelas de sus botas, ocasionando un tremendo sonido que alertaría a cualquiera de su posición. Peter no iba preocupado de dónde pararse, y pagó caro su despistada equivocación cuando su peso activó una trampa de cazadores. Ocurrió en un segundo, de una forma tan brusca que ni siquiera sus nuevos y poco usados instintos evitaron que quedase atrapado en una red que yacía escondida en el suelo bajo un manto de hojas y ahora colgaba de una rama como una piñata.

—¡Ahhh! ¡Ahhh! —gritó asustado— ¡Ayudaaaa! ¡Ayudaaaa!

Pete forcejeó como pudo, pero sus intentos no rendían frutos. De pronto escuchó el ruido de pasos corriendo hacia él. Giró su rostro a tiempo para ver a otro chico corriendo en su dirección con una escopeta de cazador colgada en el hombro, y un machete desenvainado. Cuando vio a Peter colgado de la red, el chico se detuvo.