33. El amigo de Clint

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Clint logró alcanzar a Bucky afuera de la torre de los vengadores. Hablaron unos minutos respecto al amigo del arquero que vivía en Canadá. Clint le contó lo que sabía de él, que tenía una mutación genética extraña que lo hacía sanar en segundos, además de las garras metálicas que podían sobresalir entre sus nudillos en cualquier momento.

Cuando el rubio notó que el chico lo observaba con la quijada desencajada y ojos de espanto bajo su gorra roja, Clint se apresuró a asegurarles que el hombre era un buen tipo que de vez en cuando SHIELD llamaba, solo en casos muy raros. Por lo general, el sujeto vivía retirado, en un poblado poco habitado en Canadá. Y cada par de semanas, hacía un viaje hasta el condado de Westchester, en Nueva York, donde visitaba viejos amigos.

—Y estás de suerte, viejo, cuando lo llamé, Logan dijo que estaba empacando para regresar a Canadá esta misma tarde —aseguró Clint, sacándose del bolsillo una nota—. Le dije que necesitabas ayuda, él ya sabe qué hacer. Espéralo en este comedor, te verá dentro de una hora.

Bucky aceptó el papel de Clint, revisando la dirección. Cuando alzó la mirada, esbozó una media sonrisa resignada.

—Gracias, Clint. No sé cómo pagarte por esto.

—Nah. No tienes que hacerlo. Tony se portó como un verdadero granuja allá arriba —admitió Clint, rascando su nuca, apenado—. Sé que lo que hiciste... viajar en el tiempo y eso... logró que Natasha estuviese aquí ahora. Yo no sé cómo pagarte eso, ella es como mi hermana, no sé qué habría hecho sin ella... probablemente volverme loco... gracias por evitar eso.

Clint le tendió una mano que Bucky estrechó. Cuando lo soltó, Clint miró al chico de ojos castaños a la par de Bucky. Esbozó una pequeña sonrisa.

—Cuídate, niño.

Peter asintió con fervor, observando al arquero rubio cruzar la calle...

******

Bucky y Peter llegaron al comedor veinte minutos antes que el amigo de Clint. Tomaron una de las mesas más alejadas de la entrada, donde Bucky podía ver quién entraba y salía. Una de las meseras se acercó para tomarles la orden. Después que Bucky pidiese café y el desayuno de la casa, Peter osó a ver el menú, todo lucía delicioso. Al final se decantó por jugo de naranja, una orden de wafles servidos con huevos revueltos y tocino.

Si bien Bucky no tenía nada en el estómago, no se sentía famélico como el chico a su par. Él esperaba recuperar el apetito una vez confirmase que Logan era un buen sujeto como Clint le dijo. Así que su plato de comida pasó casi intacto, comiendo un poco de aquí y allá, para evitar que Peter se preocupase por su falta de apetito.

—¿Crees que pueda ser él? —preguntó Peter, observando al hombre chaparro y de sombrero que entró al establecimiento.

—No.

—¿Y ese?

Bucky negó con su cabeza al ver al tipo de aspecto lúgubre con granos en sus mejillas.

—No.

Él no conocía al tal Logan. Pero la forma en cómo Clint lo describió, el tipo debía ser un duro hijo de perra. Después de cinco minutos, sin que nadie más entrase, Peter volvió a preguntarle apenas escuchó la campanilla de la puerta.

—¿Y ese?

Bucky alzó la mirada, notando al extraño todavía de pie en la entrada del local. Miraba de un lado a otro, escaneando la clientela. Tenía un cigarro encendido en su boca, sus manos ocultas en los bolsillos de su chaqueta de cuero. Su rostro, aunque solo era su perfil, lucía como Bucky describiría, un duro hijo de perra.

VIAJERO EN EL TIEMPODonde viven las historias. Descúbrelo ahora