25. Nuevos niños...

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Bucky esperó sentado a orillas de la cama en su habitación hasta que Peter salió del baño. El chico había tomado un baño, su cabello castaño casi cobre seguía húmedo y peinado hacia atrás. Esos curiosos ojos lo observaron con asombro apenas abrió la puerta.

—¡Tu ducha es asombrosa!

Bucky intentó no reírse. Mordió sus labios y mantuvo una amable sonrisa.

—¿Ah sí? —comentó curioso.

—¡Sí! ¡Tienes agua caliente todo el tiempo!

—Es bueno saberlo —respondió el soldado, su sonrisa decayó un poco cuando notó que su sencilla camiseta blanca y su pantalón de pijama lucían algo grandes en Peter—. Lamento que mi ropa no te quede tan bien. Tal vez Harley pueda prestarte algo más decente, mañana.

La contextura compacta y esbelta del chico de quince años, era todo lo opuesto al cuerpo musculoso y ancho del soldado. Sin embargo, para Peter usar la ropa de Bucky no le molestaba para nada. Olía mejor que la suya, y se sentía a nueva, sin agujeros indeseados. Su ropa para dormir era perfecta.

—Yo estoy bien —sonrió Pete, encogiéndose de hombros—. Gracias, Bucky. Por todo.

—Ni lo menciones, Peter, yo...

Bucky no pudo decir más apenas Peter se acercó de inmediato a abrazarlo. Lo estrujó fuerte, no con la capacidad para herirlo, pero quería que el soldado supiese lo mucho que apreciaba su gesto de buena fe. Desde que Peter quedó solo, a la espera de una familia adoptiva en servicios sociales, él supo que no obtendría un final feliz. Y cada año perdió más las esperanzas. Hasta ahora.

—Todo va a estar bien, te lo prometo —susurró Bucky, sonó tan seguro que Peter no tuvo dudas en creerle—. Vamos, supongo que debes estar cansado. Hoy te puedes quedar en mi cama, hasta que sepamos qué hacer mañana. Descansa.

Bucky revolvió su cabello con una mano y lo empujó suavemente en dirección a la enorme cama al centro de la habitación. Peter subió a la cama, pero se detuvo apenas notó que Bucky pensaba dejarlo solo.

—Espera... ¿Y tú ya volverás?

Bucky se quedó de pie frente a la puerta. Lo pensó unos segundos, antes de esbozar una media sonrisa y girarse despacio para calmar la creciente incertidumbre que notó en Peter.

—Eh... bueno, no exactamente... Buscaré una habitación de huéspedes. Pero vendré a buscarte por la mañana.

Peter frunció el ceño, algo desconfiado.

—¿No sería más sencillo que yo durmiese en la habitación de huéspedes? No quiero robar tu habitación.

—Niño. No robas nada si yo la estoy cediendo —lo corrigió Bucky sonriente—. Solo ve a dormir. ¿Quieres? No te preocupes por mí, me verás en la mañana, Pete.

Peter soltó un pesado suspiro. No le gustaba la idea que Bucky se fuese. El lugar lucía maravilloso, seguro y cálido. Pero... ¿qué pasaría si en la noche pasaba algo malo? Hace unos días él se había ido a dormir y en la mañana amaneció con extrañas habilidades. ¿Qué tal si su transformación no estaba completa? ¡¿Qué tal si su piel se llenaba de pelo, o le salían colmillos o de pronto ya no fuese un humano?!

—¡Peter!

El chico respingó, asustado. Cuando alzó su mirada, notó que Bucky había acortado la distancia y lo sujetaba de los hombros, tratando de traerlo de regreso.

—¡Bucky! ¡¿qué pasa si me vuelvo un monstruo en la noche?! —murmulló asustado.

—Mírame. Eso no te pasará. ¿De acuerdo? Conozco cosas, Peter... —confesó Bucky algo reticente—. Cosas sobre ti, y sobre lo que te picó en esa salida. Además de lo que ya has descubierto por tu cuenta, te prometo que no te transformarás en un monstruo. ¿Puedes confiar en mí?

VIAJERO EN EL TIEMPODonde viven las historias. Descúbrelo ahora