9. Una desición para Tony

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Tony se quedó estupefacto al ver el movimiento del soldado en cámara lenta. El hombre volvió a levantar el arma, esta vez contra su propia sien. Mientras sus ojos azules seguían mirándolo.

En un impulso, Tony saltó hacia el soldado.

—¡No! —espetó el millonario, quitándole el arma de la cabeza cuando cayeron al suelo. La bala disparada terminó clavada en una de las cornisas de la terraza vecina.

Ambos respiraban con dificultad, el millonario seguía trepado sobre el duro cuerpo del hombre, sujetándolo de ambas muñecas sobre su cabeza. Estaba usando su fuerza para restringir sus movimientos, pero sabía que con una rápida sacudida el súper soldado podría botarlo de inmediato.

—¡¿Qué carajo querías hacer, hombre?! —lo reprendió Tony, mirando al soldado con cara de pocos amigos.

El castaño de cabellera larga se quedó inmóvil, tenía los pensamientos revueltos de nuevo.

—No está en mi naturaleza hacer daño a un Stark —admitió, con la mirada perdida en la nada—. Antes de herirlo, es preferible neutralizar al Activo.

—Aww... —gimió Tony con ternura, al escucharlo decir que no podía hacerle daño, hasta que la segunda parte golpeó su cabeza y borró la sonrisa enternecida de su rostro— Digo, ¿qué carajo? ¿Cómo demonios es que vienes a matarme y a la vez no?

Bucky no le respondió, empezó a removerse debajo de él. Pero Tony presionó sus piernas contra sus caderas, se sentó en su abdomen y sus manos presionaron su duro pecho, queriendo inmovilizarlo contra la gravilla debajo de él.

—No. Bucky. No. No vas a ninguna parte —siseó Tony, tratando de ser un peso muerto sobre el soldado—. ¡FRIDAY! ¡Llama a Visión y Wanda! ¡Diles que es código rojo!

Apenas terminó de hablarle a su traje abierto, Tony pegó un chillido cuando fue levantado del suelo. Bucky se sentó haciendo que el hombre encima suyo resbalase por su pecho hasta sentarse en su pelvis. Tony tragó seco, aferrándose a los anchos hombros del soldado mientras este seguía contemplando esa absorta mirada castaña como pozas de miel oscuras.

—No te vayas —lo reprendió Tony, sin moverse de su regazo—. Si te atreves vas a tener que cargar conmigo, y dudo que seas tan veloz así.

Bucky frunció el ceño, con su brazo metálico abrazó la cadera del hombre y entonces se puso en pie con apenas un grado de dificultad. A Tony se le cayó la quijada, mantuvo sus piernas enredadas en la espalda del soldado, guindando de él como una mochila sobre su pecho.

—No pesas tanto para llevarte conmigo —admitió el soldado, dando un paso y luego otro.

—No, no, no... vamos, Buck... detente, joder. No ha llegado la caballería pesada aún —se quejó Stark, sorprendido que el tipo buscase la salida de la terraza cojeando de su pierna derecha—. Maldita sea... Bucky. Bucky, mírame, joder. Si sales de esta terraza... me... me vas a hacer daño.

Sus palabras apresuradas lograron su objetivo. Bucky se detuvo inmediatamente, fijó sus ojos azules en él, haciendo de Tony una gelatina de nervios.

—No puedo dañarte, no está en mi naturaleza.

—Exacto. Así que regrésate, vamos, estoy esperando... —lo reprendió Tony, sin pensar en bajarse del hombre.

Era divertido que lo cargase con tanto cuidado. Apenas Bucky se giró, haciendo ademan de cumplir sus órdenes. Dos personas más aterrizaban en la terraza. Un tipo de piel roja y capa que traía con él a una chica de ojos verdes con mirada severa.

—¡Vis, Wanda! ¡Ah! ¡Gracias al cielo!

Tony se removió hasta que bajó de Bucky. Dio un paso lejos de él, antes de señalarlo.

VIAJERO EN EL TIEMPODonde viven las historias. Descúbrelo ahora