CAPÍTULO 13
Venus.
Comencé a compartir mi baño con Ezra cuando aún era inocente y la pérdida de mi madre, atacaba mis sueños cada noche mediante pesadillas y sueños desagradables. En aquel tiempo me parecía justo que Ezra se tomara más tiempo en la ducha y que dejara la tapa del inodoro abierta. No obstante, mientras comenzaba a desarrollarme en esa etapa en la que quería conocer mi propia anatomía, aquel acuerdo entre hermanastros se volvió un poco molesto. Comenzó con dejar de agradarme no tener suficiente tiempo para conocer mi propio cuerpo. Me gustaba masturbarme en la ducha porque podía hacerlo a cualquier momento del día, sin embargo, era un poco más aburrido cuando no tenía la sensación de que alguien estuviera a punto de descubrirme. Fantaseaba con la idea de que Ezra en algún momento iba a entrar al baño, encontrando la mejor escena de su vida, y yo mojada y lista para ser suya. Luego de tantas batallas puedo asegurar que fueron una pérdida de tiempo porque ahora compartir el baño con Ezra es una de las cosas que más me gustan de nuestra convivencia.
Es acción de gracias, y mi cerebro parece reconocer que debemos hacer algo. Si, debemos estar en otro lugar. No solamente nuestros padres nos están esperando, sino que otras personas—que me resultan indiferentes por el momento— también aguardan para poder celebrar comiendo de la carne de pavo y otros platos. Todo aquello que relaciona el comienzo de una temporada familiar, como lo es la navidad. Ambos sabemos que llegaremos tarde y que seguramente tendremos que plantar una excusa mediocre ante nuestra evidente imprudencia y falta de respeto hacia nuestros anfitriones. En este momento simplemente no nos importa.
Compartir el agua con Ezra parece ser una de las cosas más adictivas que he hecho en este último tiempo.
Deslizándose por mi vientre su brazo se siente suave y acogedor mientras sus dedos persisten sobre mi entrepierna ante caricias mimas que van directamente a mi clítoris. Solo me permiten sostenerme contra su pecho con mis brazos hacia atrás, abrazándolo a mis espaldas. Su polla embiste cada parte de mi ser con un vaivén lento pero constante, suficientemente profundo como para llegar a enloquecerme entre gemidos. Gemidos que se liberan sin miedo a ser escuchados por nuestros padres.
—Llegaremos tarde.
No puedo evitar murmurar y es cuando quiero regañar a mi conciencia imprudente por hacerme hablar en un momento tan perfecto. Escucho su asentimiento nasal con su respiración pesada, sus labios ocupados en la piel de mi cuello parecen no querer alejarse por mucho tiempo.
— ¿Quién es la culpable? — me pregunta. Puedo reconocer que una sonrisa permanece en sus labios cuando de repente se detiene y con lentitud abandona mi interior haciéndome quejarme al instante.
Volteo encarándolo, sintiéndome como un cachorro al que le han quitado su hueso, y Ezra comienza a reír. Esto, sin embargo, no le detiene antes de apagar el grifo y salir de la ducha como todo un encantador. Boquiabierta intento comprender su maravillosa jugada pero no existe nada que pueda ayudarme a entender lo que acaba de ocurrir, y como de un ansiado orgasmo, terminamos saliendo de la ducha insatisfechos.
—¿Realmente piensas dejar esto a medias, Ezra? — no puedo evitar cuestionarle en un tono ofensivo, incrédula con la situación.
Empeñé mucho trabajo convenciendo a nuestros padres de que me sentía indispuesta para asistir a la cena con los Walker, como para que, a mitad de nuestro propio festín, él decida que ha tenido suficiente sexo y que no necesita un orgasmo. Lamentablemente para él, me he vuelto adicta a su polla y yo si necesito ese maldito orgasmo.
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El Sabor de Venus
RomantikA veces los cambios suceden para brindarnos un mejor futuro. Mudarme de Boston fue seguramente lo mejor que pudo haberme sucedido en mucho tiempo porque ahora los tengo a ellos; Ezra y a los hermanos Armstrong. Soy Venus Lewis, adicta al éxtasis de...