CAPÍTULO 1

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Stephanie: Estoy segura de que tu nueva vida en California será extraordinaria, diviértete en grande

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Stephanie: Estoy segura de que tu nueva vida en California será extraordinaria, diviértete en grande. (Como yo lo haría) ¡Ah! Y follate a tu sexy hermanastro de una vez 😉 ¡Te amo perra!

—¡Te voy a matar! — grito sintiendo la vena de mi cuello a punto de estallar. —Esa era mi maldita botella, ¡Ezra!

Despues de haber estado una hora entera limpiando el baño que compartiría con él, lo menos que esperaba era que la ultima botella de agua fuera para quien ha estado arduamente trabajando en el lugar donde él dejaría sus malditos pensamientos ir junto a su mierda. Nadie podía comprender mi enojo en este momento y es que antes de dedicar la hora anterior en una limpieza profunda le habia dicho que esa botella era mía, no obstante, aquí nos encontrábamos, con mi hermano recargado del mesón de la cocina junto al lavaplatos viéndose como un modelo de calendario sin camisa y un pantalón de ejercicio a la rodilla, bebiendo la última botella con gallardía en cada movimiento.

Listo. Lo voy a matar.

Luciendo tan descarado como todas las veces que intencionalmente terminaba por hacer algo en mi contra, su victoria siempre se ha reflejado palpable en su rostro.

Su expresión de diversión carcome mi interior al punto de querer pegarle un puñetazo en su demasiado atractivo rostro, sabe perfectamente que me ha molestado con algo tan simple como una botella y eso es absurdo porque es una maldita botella de agua. Una. Maldita. Botella. Ezra me sonríe intencionalmente dándoselas de inofensivo y angelical.

Ya con el aura de ángel sobre su cabeza.

—Relájate, mamá y papá vienen con mas agua —totalmente despreocupado por mi crisis existencial su voz es relajada, y lo que en otro momento hubiese sido un deleite para mis oídos en este momento era como escuchar a mi padre sermonearme por alguna estupidez. Lo detesto. Veo como extiende su mano hacia la pluma del fregadero y al instante que el agua comienza a caer sus palabras le acompañan. —Claro que eres bienvenida a tomar agua del grifo, Ve.

Detesto cuando utiliza mi apodo.

Estaba totalmente loco si pensaba que iba a tomar agua potable como si llevara una vida viviendo en California cuando apenas llevábamos cinco horas en el proceso de mudanza. Estoy sudada, pegajosa y agotada como para beber de esa agua y terminar con dolor estomacal. Él sabe cuan maniática soy con ese tipo de cosa y es por eso por lo que se divierte haciendo mi vida un infierno.

Aun intentando controlar mi enojo me acerco al grifo con la intención de "beber" agua, en cambio termino por tomar la manga que se despega del mesón y presiono el botón haciendo que el agua se trasfiera a la manga que ahora apunta en dirección al rostro de mi detestable y ardiente hermanastro.

Pero solo puedo ser capaz de mojar parte de su rostro antes de que él ladre. 

—¡Oh claro que no, pequeña diablito! — me advierte antes de arrebatar la manga de mis manos y apuntarla hacia mi rostro donde la presión del agua hizo impacto sin darme tiempo a esquivar lo que en un principio era intencionalmente para él.

El Sabor de VenusDonde viven las historias. Descúbrelo ahora