CAPÍTULO 21

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VENUS


—¿Estás activa sexualmente? — escuchar la pregunta de parte de mi madre, me siento incómoda —, no me mires así, hija, necesito hacerte todas las preguntas que les hago a todas mis pacientes.

Me regaña al notar la mueca que hago.

Asiento a regañadientes.

Se lo que intenta, siempre he sabido sus movimientos por más sigilosos que sean, entiendo sus jugadas. La ultima vez que tuve sexo fue en navidad, especificamente en Las Vegas antes de que Ezra recibiera la llamada de su hermana Jenna con la noticia de la inesperada muerte de su abuela. Luego de aquella noche que lo lleve al aeropuerto de Las Vegas nos despedimos entre besos y caricias insquietas, no he vuelto a sentir su calor o el sexo, salvo el conejo turquesa que él me regalo.

Mentirle a mamá es como cavar mi propia tumba, no precisamente porque ella sepa cuando miento, sino porque sus años de experiencia le dejan reconocer si una mujer ha estado activa o no. En el principio mi mejor opción fue James pero eso ahora no funciona, se siente incorrecto utilizar a mi nuevo mejor amigo para cubrir mi relación con Ezra.

—No tienes que ocultarme las cosas, Venus — me dice, girando a mirarle una vez ha terminado de escribir en su computadora. Su expresión me pone nerviosa porque estoy segura de que asume algo y cuando asume cosas, es muy malo —. Ese muchacho que te trae a casa de vez en cuando con el que vas a la universidad, ¿Cuál era su nombre?

No puedo estar haciéndome estas preguntas en medio de un examen vaginal.

Oh Dios.

—Su nombre es Killian, mamá — le digo con desdén, porque he tenido que repetirle su nombre cada vez que toca el tema —, pero no solamente Killian me lleva a casa, sus hermanos.

—Si, si, si. Sus hermanos también te traen, pero yo no habló de Killian, habló del grandote que siempre viste elegante; él que espera a que estés dentro de la casa para marcharse — su sonrisa juguetona me vuelve el estómago un zoológico y por un momento solo quiero correr al baño y vomitar —. Ah, si. ¡Alexander! Él es muy guapo, Ve.

—-¡Mamá! — me quejo, y estoy segura de que mi rostro está tan rojo como su labial —. Puedes simplemente poner la receta y dejarme ir.

Termino de arreglar mi atuendo y regresamos a su escritorio, mamá comienza a reírse.

Lejos de ser la misma risa que utiliza en la casa últimamente. En su oficina parece otra mujer, alegre con un semblante que te hipnotiza. Pero al llegar a la casa se convierte en la esposa amargada que prefiere pasar el resto de su día escondida en su habitación.

—No te avergüences, eres una muchacha hermosa que siempre ha tenido muchos pretendientes. Ezra tuvo mucho trabajo teniendo el rol de hermano celoso — su comentario me tensa y mi expresión se vuelve triste sin darme cuenta. Ella nota lo que han causado sus palabras y prosigue —, yo también lo extraño. Por otro lado creo que le está yendo bien, pienso que en cualquier momento nos anuncia que ha regresado con Bianca y que no regresara así que debemos estar preparadas, Venus.

Aunque sus palabras logran meterse en mi cabeza, ignoro ese sentimiento de inseguridad porque se que Ezra no está con ella. Él me quiere a mi. Aunque seamos un secreto, estamos juntos y por más que desee restregarle a todos nuestra relación, debo mantenerme serena, en silencio.

—No creo que Ezra quiera regresar con ella. Él sigue en Nueva Inglaterra porque su padre le ha pedido que le ayude con los negocios que dejó la abuela, nada más.

El Sabor de VenusDonde viven las historias. Descúbrelo ahora