Capítulo xxiii. Adulterada (2/3): La historia

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5 AÑOS ANTES

La ojiverde está segura de que esta sensación no es normal. No tiene claro si quizá se le pasó un poco la mano con el polvo blanco o con la bebida, pero algo no cuadra en su cabeza. Quizá es la edad que ya no le permite procesar los químicos con la misma facilidad de antes.

Suelta una risita tonta al pensar en eso: la edad. Como si estar intoxicada a los 18 se sintiera distinto de estarlo a los 17.

Un poco desconcertada por las sensaciones nada familiares en su cuerpo, sube hasta su habitación para despejarse. Sin embargo, la puerta está cerrada con llave y en el interior se escuchan ruidos que le sacan una expresión exagerada de asco.

― Joder, chicos... ― se queja con torpeza ―. ¿Por qué en mi cuarto?

Tras bufar, decide caminar hasta la habitación de huéspedes, ya que está más cerca que la de Emily que, en condiciones normales, habría sido su segunda opción.

Al comprobar que está vacía, entra y va directo a abrir la ventana de par en par, abrumada por el calor que siente en su interior.

― No es normal tanto calor ― balbucea. Los oídos le zumban un poco, producto de haber pasado de estar en el piso inferior donde las bocinas hacían retumbar todas las paredes, a estar en el piso superior, donde el sonido se apacigua bastante.

Como la brisa nocturna no le basta y el calor ya empieza a ser sofocante, empieza a sacarse la ropa con la intención de darse una ducha fría. Con algo de suerte le ayuda a quitarse esa sensación desagradable del cuerpo.

Entra al baño en ropa interior y abre la regadera. Se termina de desnudar desafiando a las leyes de la gravedad un par de veces, pero justo antes de tocar el agua, se da cuenta de que no hay toallas en el baño. Sin pudor alguno, considerando que la puerta de la habitación está abierta, sale de nuevo y se acerca al armario, donde encuentra una pila bastante alta de toallas. Demora un momento en escoger una, incluso cuando todas son exactamente iguales.

― ¡Jauregui! ¿Pero qué estás haciendo aquí afuera?

Lauren, en medio de la nebulosa en la que se encuentra su cerebro en ese momento, enfoca a una Lily muy borracha, más de lo que la haya visto antes. Al recordar que está desnuda, desenvuelve la toalla y se tapa con ella, sintiéndose un poco más enferma a cada momento.

― No estoy afuera ― aclara Lauren sin poder vocalizar bien. Pero la chica, siguiendo muy a su bola, se acerca a la ventana para cerrarla con seguro ―. ¡Lily! Que acabo de abrirla, niña...

― Buah, ¿quién se está bañando? ― pregunta efusivamente al escuchar el sonido de la regadera.

― Yo ― responde Lauren volviendo a abrir la ventana con algo de dificultad, ya que no está muy fina como para quitar el seguro a la primera.

― Hombre, pues qué buena idea... ― pero el sonido de la voz de Lily ya proviene del baño, donde de inmediato cierra la puerta con llave.

La ojiverde, como puede, corre hacia la puerta e intenta abrirla.

― ¡Lily! Sal de ahí, esa es mi ducha ― se queja llevándose las manos a la cabeza.

Sin embargo, no obtiene respuesta, en su lugar escucha a la menor reír y decir cosas que no alcanza a entender. Lauren vuelve a tocar, pero el sonido de la puerta queda en segundo plano cuando Lily pone música desde el interior del baño.

― Joder ― Lauren se recarga de la puerta con la toalla alrededor de su cuerpo a punto de caerse ―. Vale, yo... pido el segundo turno ― dice, pero Lily casi ni recuerda que Lauren está afuera al ponerse a cantar a todo pulmón.

Adulterada [Camren]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora