Capítulo xxiii. Adulterada (1/3): La droga

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― Bien, conejo Blas ― dice Tori. Hace tiempo que el mote dejó de fastidiar a Verónica para darle cabida a una sensación cálida de familiaridad y cariño. Incluso la misma Victoria dejó de utilizarlo como burla ―. He intentado mantener la calma, pero este café ― alza su vaso casi vacío ―, ya alteró mis nervios, así que ahorrémonos la introducción y vayamos directo al grano.

Verónica lo acepta e incluso lo agradece. Pese a que también intentó mantener la calma durante el día, nunca lo logró y no puede culpar a la cafeína.

― Quizá deberíamos pedir algo primero, si no nos van a correr de aquí ― dice mirando alrededor, conociendo de sobra la política de permanencia en el local bajo consumo.

― Pedí cuando me avisaste que estabas aparcando, no deben tardar en traer un par de chai lattes.

― Vale, vale. Mejor ― dice atropelladamente.

Tori se deshace de su aura bromista cuando la nota tan consternada.

― Venga, Vero... ¿qué pasa?

― Gracias por venir ― empieza, aunque algo distinto a lo que Tori esperaba ―. No sé con quién más hablar de esto y... es que es muy fuerte.

― Vale, tranquila ― se estira sobre la mesa para tomar su mano ―. Estoy aquí, sabes que siempre estaré.

Verónica sonríe y respira profundo en un intento de tranquilizar sus nervios.

― Cuéntame... ¿qué pasó ayer?

La chica niega despacio y aprieta la mano de su cuñada.

― Yo no debía estar ahí...

1 DÍA ANTES, 16:43 HRS

Una Lauren increíblemente alterada abre la puerta, ni siquiera espera a que pase, la deja abierta y vuelve a la sala para continuar dando vueltas, como imagina que ha estado durante un rato, pues su respiración está agitada como si se hubiera pasado el día corriendo.

― ¿Jauregui? ― la llama extrañada, cierra la puerta y se acerca a ella, aunque no está segura de cómo contenerla, pues no sabe qué le ocurre ―. Vine tan pronto como pude.

La basquetbolista la mira enfocándolo a ratos, tirando de sus dedos con ansiedad. Las ojeras son signo de que pasó una noche terrible. Sus ojos están un poco hinchados, así que seguro ha llorado durante horas.

Ha recibido mensajes esporádicos y erráticos desde la madrugada. No le quedaba claro si Lauren estaba triste, preocupada, enojada... Insistió en ir a verla a su casa desde hace horas, pero Lauren se negaba, pues no quería que fuera con toda su familia en casa; y cuando le proponía verse en otro lugar, la ojiverde tampoco se sentía con la suficiente calma como para manejar o... andar en la calle, básicamente. Lamentablemente, su último recurso que fueron las llamadas, Lauren las rechazaba de inmediato.

No fue sino hasta hace dos horas que Lauren le pidió verla, aparentemente su casa por fin había quedado vacía y eso podía resultar conveniente para que Verónica la visitara, pero considerando que la tomó en un mal momento y demoraría más de lo que le gustaría en llegar, tener la casa sola resultó de lo más inconveniente, pues la soledad externa se unió con la interna, terminando por quebrar los nervios de la basquetbolista.

― Lauren, tranquila ― se acerca y la toma por los hombros para que deje de moverse. La chica la mira por fin ―. Dime qué pasa.

― No debería estar aquí ― murmura para después zafarse de su agarre y subir las escaleras, tropezándose un poco.

Adulterada [Camren]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora