Capítulo xxii. Pago por ver

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ACTUALIDAD

Camila sabe que la chica no está en clase. Hugo se lo comentó, que pasó por la Sociedad de alumnos unos minutos antes que ella sólo para decirle que no se había dado cuenta de que ya tiene todas las actividades complementarias completas, así que al final no necesitaría su constancia, la cual se había retrasado un poco, citándolas para recogerla a prácticamente un mes del último evento en que hicieron de voluntarias.

Tras agradecimientos mutuos, la castaña dobló su constancia y, en su mente, se dijo que sólo daría una vuelta en el campus antes de volver a clase, pero en el fondo sabe que quiere buscar a la basquetbolista. Al menos sólo para verla.

No es que no la haya visto después de que terminaron las vacaciones. Pero ahora Lauren no ha hecho intentos por acercarse a ella. Y tampoco se ha atrevido a intentar nada, principalmente por la petición de Verónica.

Hablando de esta última, no ha hecho más que mostrar total y pura indiferencia hacia su persona. La ojiverde de vez en cuando la miraba, se mostraba nerviosa, incómoda o triste cuando la percibía cerca. Pero Verónica... es como si hubiera borrado de su memoria que ella existía.

Pero la verdadera sorpresa es Victoria, quien no tardó nada en darse cuenta de la nueva dinámica entre el grupo de servicio social. Además de que está bastante segura de que Tori y Vero continúan en contacto. Pero su amiga se ha mostrado un tanto distante con ella. No es que la trate mal ni mucho menos, pero hay un notable retroceso en su amistad. Le habla como cuando se conocieron apenas, en tercer semestre, cuando Tori era una chica desconfiada, consciente de la reputación que cargaba a sus espaldas y perfectamente acostumbrada a que las nuevas personas la vieran mal.

Que tampoco la culpa. Conocedora de su instintivo sentido de justicia, debe parecer la persona más egoísta del mundo, más si no se ha dignado a dar explicaciones a nadie.

A punto de rendirse, mira su reloj nuevamente, pensando que ya no tiene caso volver a la clase. Le envía un mensaje a Amy para pedirle que baje su mochila cuando termine la hora y decide ir al lugar que siempre le gustó ocupar cuando necesitaba estar sola. Aquella zona de bancas de cemento rodeado de frondosos arbustos, bajo su antiguo laboratorio de química.

Pero es apenas bajar los escalones de la entrada a esa zona para detenerse en seco al notar que su lugar ya está ocupado.

Instintivamente mira ese lugar entre los arbustos, el espacio que Lauren alguna vez abrió para darse paso y llegar hasta ella, sólo para animarla a base de dulces de tamarindo. Pero ahora Lauren se le adelantó.

Camila duda entre si entrar o dejarla sola, pero es sólo verla ahí, sentada en la gravilla con la espalda recargada en la banca que ya había ocupado alguna vez, abrazando sus piernas flexionadas contra su pecho. La ve reposar el costado de su cabeza sobre sus rodillas antes de decidirse a acercarse.

En cuanto llega a su lado se sienta en el banco de enfrente en silencio. A Lauren sólo le hace falta ver sus zapatillas deportivas para saber que es ella. Suspira despacio, cierra los ojos y esconde la barbilla entre sus rodillas.

La castaña frota sus manos en sus muslos con nerviosismo. Ahora mismo todo lo que quiere hacer es sentarse junto a Lauren y llorar, así, sin decir nada. No pensó que volvería a estar en esta situación, haciendo cosas a ciegas. Confiando sus acciones a un tercero. Y le duele ser parte del pesar de Lauren, ser parte de su confusión.

― ¿Estás bien?

Pregunta, insegura, como si temiera romperla.

Lauren, consciente de la similitud de ese momento con la primera vez que habló con Camila, levanta el rostro encontrándose de lleno con la mirada entristecida de la castaña.

Adulterada [Camren]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora