Capítulo xxvii. Beso de ángel

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― Muy bien, niñas, ¡quiero escucharlas decirlo en alto! ― pide canturreando.

― Nadie se duerme hasta que revisemos tres veces que todas las luces están apagadas y todos los seguros puestos ― dicen en un coro pausado y bastante irregular. Las risas y las bocas llenas de chuches no ayudan a hacerlo más prolijo.

Sin embargo, la mujer se da por satisfecha, con lo que se escabulle entre los cuerpos de Lauren y Tori para alcanzar un puñado de palomitas, tirando un par frente a Tori, que Verónica roba rápidamente. Para después besar las dos cabezas más cercanas y continuar con su reguero de besos de despedida conforme rodea la mesa.

― Diviértete, tía Nan ― dice Verónica tras recibir su beso.

― Es mi tía Nan ― se queja Lauren lanzándole una gomita de mango enchilado.

― Hey, no se lancen la comida ― regaña la mujer con una sonrisa.

― Eso, tía, regáñela ― suelta Tori con fingida seriedad y, mientras Verónica ya está masticando la gomita, ambas levantas las manos para chocarlas.

― Bueno, no quemen la casa, por Dios. No olviden que todavía quedó pizza en la cocina por si quieren cenar.

Las chicas canturrean un agradecimiento y una despedida efusiva mientras la mujer se echa el abrigo al brazo y toma una pequeña maleta de cuero marrón, para después salir de la casa.

― Oye, esas eran mis fichas ― se queja Taylor señalando una pequeña torre de fichas de poker tirada cerca del montoncito desorganizado de Tori.

― ¿Qué dices? ¿No ves que el acomodo tiene todo mi estilo? ― dice haciéndose la loca.

La menor, al ver su sonrisa vacilante, la mira acusatoriamente mientras toma las fichas, las vuelve a acomodar en columna y la aleja lo más posible de ella.

― Eso, ponlas junto a las torrecitas de Cabello, que así las confunden más fácil.

Con lo dicho, Taylor mira las torres de fichas de la castaña junto a las suyas y, volviendo a dedicarle una mirada sospechosa, esta vez a una Camila que no se entera de nada, vuelve a arrastrar los plásticos hasta situarlos frente a su pecho, entre sus brazos. Como si tuviera que custodiarlas a toda costa.

― ¿Ya tienen todas sus manos? ― pregunta Lauren mirándolas a todas, con cinco cartas en abanico frente a ella.

― Yo sí ― balbucea Verónica con una mezcla de gomitas y palomitas en la boca.

Tori levanta la mano mientras asiente sin dejar de beber su jugo.

― Esperen, yo todavía ni reviso mis cartas ― exclama Taylor tomando apresuradamente sus cartas.

― Yo todavía no sé... ― musita Camila entrecerrando los ojos y mordiendo la punta de su pulgar con gesto pensativo.

― Alguien todavía no pone sus fichas ― señala Lauren mirando el tapete verde.

― Ay, sí, falto yo ― dice Tori, apenada, para después dejar una ficha en cada espacio asignado.

― ¿Sonó el timbre? ― pregunta Taylor quedándose momentáneamente pasmada.

Todas guardan silencio con los brazos en el aire, ahí, con lo que sea que hacían.

Los pasos apresurados que bajan las escaleras responden a su pregunta, volviendo a movilizarse cuando ven pasar a Mike hacia la puerta.

― Quizá la tía Nancy olvidó algo ― musita la menor separando su abanico de cinco cartas del resto.

― Yo creo que es Emily ― dice Lauren con un encogimiento de hombros.

Adulterada [Camren]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora