Capítulo i. Agridulce

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ACTUALIDAD

Lauren se detiene en seco al escuchar unos sollozos que se esfuerzan por mantenerse en un volumen bajo; mira alrededor pero el pequeño patio está vacío. Entonces empieza a inquietarle eso de escuchar cosas que no existen.

Estira el cuello por encima de una barda de arbustos y ve el patio continuo, el que pertenece al edificio de al lado; está igual de vacío excepto porque ahí está Camila, sentada en una banca larga de cemento, con la mochila sobre su regazo, los codos apoyados en la mochila y el rostro escondido entre las manos.

Lauren se acerca para asegurarse que la castaña está sola, la ve agitar los hombros; la ojiverde se muerde el labio al contener la respiración, y repite una y otra vez mentalmente todos los motivos por los que debe dejarlo pasar; está segura de que Emily podría hacerle una lista bastante extensa de por qué le conviene dirigirse directo a su próxima clase, sin escalas.

Sin embargo, decide que nada de lo que haga podría empeorar las cosas, así que baja con brincos silenciosos un par de escalones y se agacha para cruzar la barda de arbustos por un pequeño hueco. Sabe que está dentro del campo de visión de Camila, así que no hay forma de que la castaña no se dé cuenta de que está acercándose. Lauren supone que, si la chica quiere irse, tiene tiempo suficiente para hacerlo, pero no lo hace.

La ojiverde se sacude algunas ramas del cabello y se sienta en la banca situada frente a Camila. La castaña se limpia las mejillas con el dorso de la mano y acomoda su cabello detrás de sus orejas para despejar su rostro.

Lauren se lambe los labios y tamborilea los dedos sobre la correa de su mochila. En el fondo puede escuchar la voz del profesor que da clase en el laboratorio del primer piso; se pregunta si quizá Camila no se salió de su clase al igual que ella.

― ¿Estás bien?

Pregunta insegura, como si temiera romperla. Pero sucede lo contrario, porque Camila suelta una risa que bien puede ser un bufido sarcástico y niega con la cabeza lentamente antes de mirarla con dureza.

― No preguntes si no te interesa realmente su voz ronca por llorar no aminora el coraje con el que escupe las palabras.

La ojiverde traga con dificultad y asiente, a pesar de que sabe que la chica ya no la mira. Echa un vistazo alrededor y se pregunta si debería usar esa "salida de emergencia" que la respuesta de la castaña abrió frente a ella, por la que aún puede huir sin provocar un daño mayor. Pero no se mueve de su lugar.

Enseguida se escuchan pasos acompañados de risas silenciosas salir del cubo de escaleras y, entre sus murmullos, Lauren distingue algunas palabras como "estúpida", "Cabello" y "ridículo", al tiempo en que siente sus miradas criticonas sobre ellas. Aprieta la mandíbula al armar el rompecabezas que supone el que todavía se estén burlando de la castaña que está frente a ella, como han hecho toda la mañana.

Camila suelta un suspiro frustrado con la mirada fija en sus zapatos, mientras juega con las piedritas rojas debajo de la banca. Prácticamente cuenta los segundos para que Lauren se vaya y así pueda continuar sollozando el resto de la hora.

Pero Lauren no tiene la más mínima intención de retirarse; más bien relaja el cuerpo y deja su mochila al lado, luego de revisar que la banca no esté sucia.

― ¿Alguna vez has probado el tamarindo?

Camila levanta el rostro, confundida; la ojiverde muy ocupada abriendo su mochila como para percibirlo.

― ¿Qué--? ― entrecierra los ojos, no alcanza a entender la estúpida sonrisa de Lauren.

― El dulce ― explica divertida. Camila acomoda un mechón de cabello detrás de su oreja y niega, más que por dar una negativa a su pregunta, porque sigue sin entender de dónde ha salido eso ―, ¿nunca lo has comido?

Adulterada [Camren]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora