Adulterada [Camren]

Capítulo xvii. Dedos de mantequilla

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― ¡Joder! Esto es imposible...

La queja apaciguada que hace eco en el baño provoca nuevamente la risa de Camila y Tori, aunque definitivamente la risa de Verónica que se escucha en la lejanía es mucho más estruendosa.

― ¿Está todo bien? ― pregunta Tori con diversión al ver aparecer a Verónica con una cubeta azul entre las manos.

La recién llegada asiente con la risa todavía burbujeando en su pecho. Deja la cubeta en la barra del lavabo en medio de las dos amigas y Camila le entrega otra vacía.

― Tiene dedos de mantequilla ― se burla dirigiéndose de nuevo hacia la salida ―. Camila y yo tenemos esto ganado, Vicky, que lo sepas ― canturrea.

Tori suspira dramáticamente mientras Camila continúa riendo quedamente. Empiezan a comprobar los nudos de los globos que dejó Verónica antes de acomodarlos cuidadosamente en las cubetas de colores rojo y azul, de tal forma que queden repartidos equitativamente.

― ¡Mierda! ― se escucha nuevamente, seguido de otra risa histérica de Verónica.

― Esa muchacha no es normal ― se queja Tori con tono de señora.

― La competencia es de los niños, no lo olvides ― ríe la castaña.

― Ya, pero nosotros haremos la demostración, y yo no estoy acostumbrada a esta clase de humillación.

Camila niega divertida por el sentido competitivo de su amiga.

― Nunca me disculpé contigo ― murmura Tori sin interrumpir su labor con los globos.

La porrista endereza la cabeza, desorientada, notando que su amiga evita mirarla, avergonzada.

― Por no decirte que conocía a Lauren. Bueno, que alguna vez había hablado con ella... que la veía a menudo cuando veía a Andy.

― Ya... Bueno, si lo piensas, ¿por qué ibas a decírmelo? ― Tori encoge los hombros con un gesto infantil.

― Yo sé que a Emily no le hizo mucha gracia la llegada de su hermana, y tú eres su novia, debes saber por qué... ― la castaña gira los ojos pues no podría estar más lejos de la realidad. Bueno, ahora sí que lo sabe, pero no por ser novia de Emily ―, pero yo no me vi capaz de verla con malos ojos así sin más, sin motivos. Y siempre que la veía con Verónica parecía tan... no sé, normal, simpática. Me sentía un poco culpable de que me cayera bien sabiendo que a ti no.

La porrista suspira y le dedica una sonrisa tranquilizadora a su amiga, retomando su labor pausadamente. No le sorprende que Tori no se dejara llevar por lo que Emily o ella misma demostraban respecto a la ojiverde; si Lauren nunca le había hecho nada malo ni la había visto actuar mal con sus propios ojos, no tenía ningún motivo para pensar mal de ella.

Se decepciona de sí misma al darse cuenta de que es justo lo que ella debió hacer desde el principio. Recuerda lo que Lauren o Taylor le decían en ese entonces, frases como "entre más crees saber, menos entiendes nada", o "es posible que ni aun sabiéndolo logres entenderla". No hacían otra cosa más que intentar hacerle ver que sus decisiones probablemente no deberían basarse en algo que le ocurrió a otra persona. Después de todo, saber todo lo que sabe no tuvo el efecto que ella pensó sería automático.

― Ella nunca me cayó mal ― a Camila no le extraña la expresión escéptica en el rostro de su amiga tras su confesión ―. Fui idiota, no quería tratarla porque Emily pensaba que no lo merecía.

Camila se siente tan hipócrita suavizando de ese modo el sentir de Emily, cuando este es mucho más tajante y cruel.

― No fuiste idiota, Mila ― dice Tori con una suave sonrisa ladeando la cabeza ―. Sólo estás enamorada, a veces eso lo ciega a uno. Como sea, dedos de mantequilla me cae bastante bien.