Capítulo xi. 140

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ACTUALIDAD

La ojiverde bufa y se talla los ojos con suavidad. Parpadea repetidamente, sintiendo todavía la sensación de arenilla bajo los párpados. Reacomoda la pantalla de su laptop y con dos clics baja el brillo de la pantalla.

Al ver el reloj se da cuenta de que ya lleva casi 3 horas investigando y redactando el tedioso marco teórico de su proyecto de desarrollo sustentable. Aun así, está lejos de sentirse satisfecha por su avance; si tiene que ser completamente honesta, ha sido totalmente mediocre, y está bastante segura de que le tomará la misma cantidad de tiempo corregir todo lo que ha hecho hoy.

Pero más que preocuparle la revisión de su avance, sabe que debe concentrarse más en otra cosa. Como, por ejemplo, dejar de pensar en ella.

Mira a su alrededor y nota, por primera vez, el silencio tan disciplinado del ambiente. Todos los estudiantes tan metidos en sus propios asuntos, en sus notas, libros y computadoras; recuerda la biblioteca de su preparatoria, donde las 2 encargadas batallaban todo su turno para mantener a los chicos lo más silenciosos posible, sin llegar nunca a la calma que la rodea, pese a que sólo debían vigilar un piso, mientras que esa biblioteca cuenta con planta baja y 2 pisos más y, aun así, hasta la fecha no sabe quién es el encargado de vigilar.

Fija la mirada en su pantalla y se muerde el labio. Por inercia toma el lápiz que está sobre su carpeta y golpea repetidamente la mesa con el extremo de goma. Ese vacío invade su pecho una vez más, se le revuelve el estómago y se siente enferma. Le parece increíble cuánto debe esforzarse, pero supone que es normal, porque así funciona el cerebro humano: entre más le dices que no piense en algo, menos obedece. Y entre más se dice a sí misma que no debe pensar en ella, más incapaz es de cumplirlo.

Suelta el lápiz y cubre su rostro con ambas manos, cansada, harta. Principalmente confundida, porque siente añoranza, tristeza, pero también mucho enojo. Y quizá, al final, no importa los sentimientos que experimente, sino que pensar en ella altera su tranquilidad.

― Pusieron de nuevo el jabón que te gusta ― dice Camila con voz queda mientras toma asiento junto a la ojiverde.

― ¿Qué? ― la mira desorientada.

― En los baños, mira... ― acerca su mano al rostro de Emily y espera a que perciba el aroma a coco.

― Es cierto ― murmura con una sonrisa vacilante.

Camila sonríe y jala su silla con su cuerpo para retomar sus apuntes. Emily suspira y sacude la cabeza.

― Ahora yo debo ir al baño ― anuncia mientras cierra su laptop.

― No engañas a nadie, Em ― canturrea Camila sin despegar la mirada de su cuaderno ―. Irás a drogarte con esencia de coco.

Emily se ríe despacio y se acerca para dejar un beso en la cabeza de Camila.

― Ya vuelvo.

TRES DÍAS ANTES

― ¿Podrías revisar de nuevo cuál es el número? ― pide sin dejar de mirar las columnas de los edificios con la esperanza de ver un número que le suene conocido.

― Está en línea ― murmura apenas abriendo los labios.

La menor observa a su hermana con la vista clavada en el móvil y se acerca un poco por detrás pensando que está mirando la dirección o la aplicación del mapa, ya que llevan por lo menos 5 minutos dando vueltas en la misma calle. Suspira al darse cuenta de que está más atenta a la última conexión de su novia que de su ubicación.

Adulterada [Camren]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora