Capítulo xxvi. Pegatinas

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Sus ojos se pasean lentamente por toda la superficie. No puede evitar sentir el impulso de buscar una regla y medir los espacios entre cada figurita de plástico, solo para asegurarse de que están bien distribuidas. Tuerce la boca mientras ajusta su vista para ver el techo por completo, sin concentrarse en una estrellita en particular, sino viendo el panorama completo.

Sonríe satisfecha al darse cuenta de que, visto así, poco le importan los centímetros entre una y otra. Bueno, quizá un poquito sí que le importa.

― Me gusta ― susurra Lauren, bajito, como si no quisiera romper con el ambiente creado en la habitación.

― ¿En serio? ― pregunta en el mismo tono.

La ojiverde no le responde más que con un movimiento de cabeza que la chica alcanza a sentir.

― Me alegra ― dice Verónica, despreocupándose ahora sí por completo de la simetría de su trabajo.

Y es que no sabía qué tan buena idea era. Cuando fue a la plaza a conseguir varias plantillas de pegatinas de plástico con forma de estrella estaba mucho más decidida. Lauren siempre mostró fascinación por las que están pegadas en el techo de su cuarto, donde ha dormido más de una vez. Así que parecía un pretexto sólido, casi obligatorio. Pero claro, en el momento en que se encontró a sí misma tocando la puerta de una casa que ni siquiera sabía si era la correcta, se acojonó bastante.

Pero fue sólo ver el brillo en la mirada de Lauren cuando, incluso antes de saludarse o pronunciar palabra, le mostró las plantillas, para saber que nunca en su vida había tenido mejor idea que esa.

Tras una rápida presentación entre la chica y la tía Nancy, no perdieron tiempo en subir al cuarto que ocupa la ojiverde para llenar el techo de tantas pegatinas como fuera posible. Al terminar, Lauren apagó la luz, cerró la cortina y se tumbó sobre la cama, mientras Vero se tumbó hacia el lado contrario, dejando su cabeza en el hueco entre el hombro y la cabeza de su amiga. Conforme pasan los minutos, la habitación va quedando más en penumbras, lo que les permite disfrutar de su obra.

Verónica permanece en silencio, sólo escuchando la respiración de su amiga, la cual es cada vez más acompasada. Y no sabe si quizá se está quedando dormida.

― Te extrañé ― musita Verónica, sintiéndose un poco extraña, ya que no es de las que suelen decir eso a nadie.

Lauren deja de respirar un momento, consciente de lo mismo. No sabe qué responder. Todavía se siente un poco estúpida por haber olvidado por dos días enteros que Verónica estuvo en su casa el día en que Taylor llevó a sus excuñadas y al abogado.

Siente vergüenza de que su amiga se enterara de todo de esa forma, y por eso mismo no se había atrevido a hablarle ni a responder sus mensajes y llamadas. Claro que en cuando la vio aparecer en casa de su tía Nan con la sorpresa de las pegatinas, se sintió todavía más estúpida por pensar que Vero alguna vez la juzgaría.

― Y hay un par de pesados que parece que también ― bromea la chica al no recibir respuesta, en un intento de quitarle tensión al ambiente.

Lauren no puede evitar fruncir el ceño y girar la cabeza para mirar el perfil de su amiga, a la que encuentra con una sonrisa ladeada.

― Sí, ese par de chicos, Alex e Isaac.

La basquetbolista abre los ojos con sorpresa y se le escapa una sonrisa, lo que relaja considerablemente a Verónica.

― En serio, Jauregui, tienes un tino para atraer amistades...

Lauren suelta una risita divertida, volviendo la mirada al techo iluminado por los plastiquitos que brillan en la oscuridad.

Adulterada [Camren]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora