Adulterada [Camren]

Capítulo viii. Yo también soy una idiota

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La garganta le quema y las costillas le duelen por el esfuerzo de las arcadas. Se acerca al lavabo para enjuagarse la boca una, dos, tres veces. Con un movimiento brusco cierra el bote de basura que ha quedado con la tapa atorada con una gasa, y al enderezarse cierra los ojos y respira profundo, sin importar que el pecho le arda con esa acción. Se tranquiliza para no volver a empinarse sobre el retrete y suspira luego de varios minutos.

Vuelve al lavabo para mojarse la cara y refrescarse. De pronto, el sonido del timbre corta con el silencio y hace eco, aunque Taylor piensa que el eco se escucha sólo en su cabeza.

Toma la toalla de manos y se apresura a atravesar la sala mientras seca su rostro para abrir la puerta. En cuanto gira la perilla ya está jalando aire para soltar el más amable rechazo a quien sea que venga a venderle algo.

Sin embargo, el aire se le atasca en la garganta en cuanto levanta la mirada y se encuentra con una Camila, cuyo rostro es puro conflicto.

― ¿Camila? ― Taylor se siente estúpida, es obvio que es Camila. Pero es que podría haber esperado a cualquier otra persona menos a ella.

La castaña se muerde el labio y acomoda un mechón de cabello detrás de su oreja.

― ¿Puedo pasar? ― pregunta con timidez.

― Am, Emily no está aquí... ― dice Taylor entrecerrando los ojos con confusión.

Camila niega con la cabeza y suelta una risa al mismo tiempo que libera todo el aire de sus pulmones.

― No, yo-ah... Sé que no está Emily, ella sigue en la universidad... ― dice con torpeza. Taylor alza las cejas.

― Oh, ya. Sí, de acuerdo, disculpa... ― abre la puerta totalmente y se hace un lado con las mejillas rojas ―. Perdón, pasa.

Camila entra a la casa despacio. Por alguna razón que no se detiene a analizar, el ambiente se siente totalmente distinto a todas las veces anteriores en que había entrado a esa casa. Es como si fuera un lugar distinto. O como si hubieran tirado un muro y puesto otro, algo que le da una apariencia totalmente nueva.

― Entonces... ― dice Emily con duda, sigue parada junto a la puerta.

Camila se gira y vuelve a acomodar ese mechón que parece no querer quedarse detrás de su oreja.

― Si ya sabes que Emily sigue en la universidad... ― la menor deja incompleta su oración esperando que su cuñada le responda la pregunta implícita de qué hace ahí. Camila vuelve a atrapar su labio inferior entre sus dientes sin atreverse a mirar a Taylor ―. ¿a qué viniste? No me malinterpretes, no te estoy corriendo, pero en este momen...

― Creoquesabesaquévine ― suelta de golpe Camila. Taylor repasa mentalmente las palabras de la castaña, tratando de separarlas en los lugares correctos, ya que sonó a una sola palabra muy larga.

La menor entrecierra los ojos y vuelve a analizar el rostro de Camila. Parece que algo le molesta. Le recuerda al gesto que hace cuando su papá le ofrece comer helado para postre, justo después de que su mamá le ofrezca un pedazo de pay de limón. Frunce ligeramente el ceño, como si necesitara de mucha concentración para decidirse; y también se muerde el labio, sólo una pequeña porción del lado derecho.

Está conflictuada. Y está preocupada. Y está en su casa, sabiendo que su novia no está ahí. Así que Taylor no tarda mucho en unir las piezas del rompecabezas. Aprieta los labios y suspira.

― ¿Tú estabas ahí? ― pregunta en voz baja, Camila suelta su labio ―. ¿Tú los viste?

La castaña traga saliva y asiente una sola vez. Volviendo a dominar la preocupación en su rostro. Taylor tuerce la boca y asiente.