NO HAY DIFICULTADES
- H-hola La-dy hi-hinata...
Hinata abrió la boca elevando sus ojos hasta el hombre frente a ella. Su cabeza apenas podía asimilar la presencia del gigante tan diferente a los recuerdos en su memoria.
El cabello rubio espeso cubría su cabeza, un flequillo caía por su frente sin llegar a tocar las cejas y esos ojos azules que la hechizaban cada vez que la veían se mantenían reservados. Su bolso cayó a sus pies haciendo un sonido seco que no distrajo a ninguno de los dos de su inspección.
- ¿Naruto?
Sus piernas temblaron y se tambaleó un poco, era como si la sorpresa de verlo después de haberse hecho la idea de no volver a estar en su presencia, bueno al menos por otro largo tiempo. Se movió un poco a su izquierda deteniéndose en la pared más cercana de la habitación, sin dejar de mirarlo, le era imposible hacerlo.
- ¡Dios! - suspiró con voz ahogada y levantó una mano temblorosa hasta un mechón de su cabello solo sujeto por el gorro de lana -, yo..., que...
- Pen-sé que yo... era el que te-nia problemas... con e-l lengu-aje.
Le sonrió de una manera que nunca pensó volvería a ver. Su corazón empezó a latir de una manera que casi estuvo segura que Naruto desde donde se encontraba podía escucharlo.
- ¿C-ómo estás?
Hinata parpadeó como si saliera del hechizo que kyubi, su kyubi siempre, a pesar de ella misma le envolvía. Intentó dibujar una sonrisa, que se convirtió en una mueca tensa; enseguida la cambió y seria levantó los hombros buscando parecer indiferente.
- No puedo quejarme - respondió agradecida de que su voz se escuchara normal a sus oídos -, tengo trabajo y... El embarazo va bien, a pesar...
- ¿D-e las circunstan-cias? - Inquirió levantando una ceja.
- S-si - asintió la joven entrelazando las manos nerviosa -. Y tu, ¿Cómo estas?, me alegro ver que has despertado.
- Si, mes y... medio fue... mucho tiem-po para est-ar en el otro la-do - respondió de manera enigmática.
- si, fue muy extraño verte acostado en una cama -, asintió Hinata lamiéndose los labios -. Siempre fuiste un hombre que nunca paraba.
- En cualqu-ier momento alg-uien tenia que... detenerme.
Hinata sintió que su corazón dejaba de latir,por unos segundos antes de que continuara mostrándole que la vida seguía. Bajó la mirada hasta la camisa blanca contrastando con su piel.
Era extraño no verlo con ropas oscuras.
- Por supuesto.
Naruto frunció el ceño, enseguida se dio cuenta del cambio de actitud de su bella esposa. Maldijo encontrarse todavía mal, lo que le impedía ir hasta ella y tomarla en sus brazos y hacerle mil preguntas, pedirle que le sacara de ese torbellino que arrollaba su cabeza. Suspiró silenciosamente y se mantuvo en su lugar devorando con sus ojos la pequeña figura de su mujer, su esposa.
- ¿Me... visitaste algu-na vez? - Preguntó de pronto.
Hinata levanto la mirada alerta, sus ojos se encontraron, enseguida ella los bajo y miró hacia la ventana con las persianas abajo.
- ¿Por qué me preguntas eso? - replicó sin aliento.
- L-os doctores y las enferm-eras me han dicho que... nu-nca te vieron en las... visitas habitu-ales.