Naruto Namikaze levantó apenas una de sus gruesas cejas rubias cuando su secretaria le anunció que el contable Hiashi Hyuga lo esperaba en la sala de espera.- Ofrescale algo. Tardaré un poco en atenderlo.
Naruto, era conocido en el mundo empresarial con el sobrenombre de kyubi. Era un hombre implacable, astuto, al que nadie podía detener sí se lanzaba al ataque para lograr sus objetivos. La gente que trabajaba para él le tenían tanto respeto como temor, sin embargo no podían quejarse ante los altos estándares del trabajo así como la magnifica renumeración que se les daba ante una exigente labor.
Él era un hombre alto, casi dos metros, fuerte como una mole, de treinta y dos años y un atractivo oscuro, misterioso, de belleza masculina requerida por la sociedad que siempre etiquetaba por la presencia física, las mujeres se peleaban por llamar su atención.
Naruto lanzó un suspiro. Se recargó en su comoda silla de piel mirando la carpeta castaña. El informe le llegó esa misma mañana. Fruncio el ceño mientras repasaba en su mente con memoria fotográfica las cifras que por un año se habían incrementado hasta llegar a una importante cantidad que desapareció sin llamar la atención de su grupo de contables.
Desde luego cada uno de ellos recibiría una buena reprimenda.
Un brillo peligroso iluminó las pupilas oscuras , nadie en sus cabales se atrevería a robarle sin esperar las consecuencias.
Oprimió el botón en su aparato telefónico dando la escueta orden de hacer pasar a Hiashi Hyuga.
Naruto estaba tenso. Observó con atención al hombre de traje café sencillo. Su cabello castaño con alborotados mechones estaba despeinado como sí sus manos lo hubiesen tocado varias veces. No era el mismo contable profesional que dirigía el departamento administrativo contable de NAMIKAZE IMP. & EXP. INC.
-Tome asiento hiashi. - Ordenó con voz grave.- ¿Quiere tomar algo?
- No, no podría.
Naruto apretó los labios mientras se levantaba sujetando con sus manos la carpeta castaña, de pronto sin ningún aviso le arrojó el documento frente a él en la lustrosa superficie del escritorio haciéndolo sobresaltar.
- ¡Le exijo una explicación! - Su voz sonó como un trueno.
Hiashi Hyuga se enderezó acomodando su corbata y el cabello con los dedos antes de enfrentarse con sus ojos blancos a su jefe.
- Me había prometido a mí mismo arreglar este asunto antes de que se descubriera la falta del dinero, - le dijo con voz temblorosa. - Me fue imposible. Tengo una cantidad reunida en el banco que no lo cubre, pero...
-¡Un cuarto de millón de libras!
Lo miró con arrogancia y evidente enfado. Se mantenía controlado, evitando explotar mientras se aseguraba de que su plan de acción saliera a la perfección, no en vano la gente le llamaba kyubi.