PESADILLAUna pesadilla. Un mal sueño. Morir e irse al verdadero infierno.
Abrió poco a poco los ojos, la luz del sol lastimaba sus ojos. No era de extrañarse llevaba varios días llorando desconsolada, varios días en los que sus castillos en el aire se derrumbaron como frágiles cartas.
No podía recordar bien lo que pasó después de eso; lo único que sabia era que estaba en casa de su padre, en su antigua habitación derrotada y completamente destruida. ¿Por qué le había hecho eso? ¿Por qué después de hacerle creer que la amaba? ¡No tenia derecho de jugar así con ella! ¿Acaso la odiaba tanto?
Apartó algunos mechones de su cara pálida con inmensas ojeras que hundías sus bellos ojos blancos, limpió un par de lágrimas que caían inevitablemente. Se levantó y caminó como si fuera una anciana hasta el espejo de su pequeño tocador. ¡Maldición! Frunció el ceño angustiada, ¡No podía seguir así! Tenia a su pequeño cachorro, no podía dejarlo a la deriva sólo porque un bastardo la había herido hasta lo más profundo de su corazón, un corazón que tenia que sanar para brindarle a su hijo el amor que él pisoteó hasta destrozarlo.
Fue directamente al baño a darse una rápida ducha, quería ver a su hijo, estaba segura que él seria la sanación y mientras más pronto mejor podría seguir al fin con su vida.
Bajó las escaleras una hora después. Terminó de tejer su trenza y miró la solitaria sala, se acercó a la cocina recargándose en el umbral de la puerta observando con apenas una sonrisa a natsu y a hanabi entretener a su pequeño.
- ¿Cómo ha estado ese bebé?
Hanabi levantó sus bellos ojos blancos y le sonrió emocionada. Natsu corrió hasta su hermana mayor abrazándola con cariño.
- Es un niño muy bien portado - le anunció levantándose de la silla -, aunque dejame decirte que como buena tía lo he consentido un poco.
- Yo también - natsu asintió emocionada -. Nunca antes había sido tía y me gusta.
Las dos hermanas mayores rieron ante su comentario.
- Me alegra verlas juntas y contentas.
La voz de hiashi las hizo mirar hacia la puerta. Él las miraba emocionado, como si no pudiera creer que al fin sus hijas estaban juntas después de una larga temporada de sucesos por lo demás extraños que nunca hubieran pasado de no ser por...
Movió la cabeza intentando apartar los malos recuerdos, pero al mismo tiempo estaba consciente de que había una razón muy poderosa por la que hinata estaba así, aunque a él no le gustaba mucho la idea; era demasiado osada y temía que al final nada saliera como estaba planeado.
Lanzó un suspiro y se acercó a sus hijas dispuesto a disfrutar mientras todas estuvieran todavía bajo su techo.
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- hinata, ¿Estas muy enojada todavía con naruto?
La joven dejó de acomodar las pequeñas prendas en el cajón de su cómoda. Arrugó la pila que acababa de dejar.
- No quiero hablar de eso -. Le dijo sin mostrar alguna expresión en su voz.
- Ya ha pasado casi un mes - le hizo notar hanabi sentándose en la cama -, tú nunca has sido rencorosa, siempre has perdonado a las personas que a...
- hanabi, te he dicho que no quiero hablar de eso - le repitió esta vez molesta -. No hay nada que decir.
- ¿Por qué? - Demandó insistente -, alguna vez tendrás que volver a ver a naruto. Él es el padre de mi sobrino y bueno..., no creó que seas capaz de impedirle verlo, no seria bueno que no lo hi...