UN SECRETO
Silenciosa apareció frente al cristal que le separaba de la figura masculina conectada a las maquinas que lo mantenían vigilando sus signos vitales. No pudo evitar cubrir su boca ante la imagen que estaba ante ella. El hombre que con sólo su presencia causaba intimidación, que emanaba poderío y fuerza estaba en una cama inmóvil entre la vida y la muerte. Ahogó un sollozo y movió la cabeza todavía incapaz de creer lo que sus ojos le enseñaban.
Apretó sus manos en puños y las bajó lentamente hasta que quedaron a cada lado de su cuerpo mientras su cuerpo se estremecía ante las sensaciones que le recorrían.
- ¿Necesita algo?
Una enfermera se acercó colocando la mano sobre su hombro de manera de consuelo.
Movió la cabeza sin dejar de mirarlo atraves del cristal.
- ¿Quiere pasar?
Por un momento se quedo con la mente en blanco, cruzó los brazos sobre la sudadera blanca con rojo y se movió incómoda.
- Necesita ponerse una de las batas, gorra y tapa bocas que están ahí. También hay guantes - señaló un pequeño mueble junto a la puerta -. Cualquiera que visita al paciente debe hacerlo.
Asintió sin poder moverse.
-¿Necesita ayuda?
- No...
- Bien.
La enfermera la miró curiosa antes de seguir con su ronda. La mirada bajo la gorra de la sudadera la siguió hasta que desapareció en una esquina. Volvió su vista hacia la figura inmóvil, se acercó un poco antes de acercarse tanto que su respiración opaco el cristal.
Escuchó el pitido de la maquina que monítoreaba su corazón y dio un vuelco el suyo. dejo que su mano se elevara y se sostuviera en el frío cristal como si aquello le permitiera tocarlo, sentirlo.
- Hinata...
Unas manos masculinas la tomaron de los hombros.
- No sé si pueda...
- ¿Quieres irte?
- No lo sé - suspiró -. No lo sé.
- Deja te ayude - la alejó del cristal -. Soy experto en esto.
Hinata miró al doctor Toneri mientras abría una bolsa esterilizada con el conjunto de bata, gorra y tapa bocas desechable. Le sonrió sin saber que decir y dejó que la vistiera como si fuera una niña pequeña.
Lista ya, envuelta en la extraña indumentaria se acercó temblando a la puerta de la pequeña habitación, el doctor le abrió calmado.
- Te dejaré sola - la miró serio -, estaré al pendiente si llegas a sentirte indispuesta.
Hinata asintió sin dejar de ver el espacio de la entrada a la habitación donde Naruto yacía inconsciente.
- Gracias.
Pasó a su lado nerviosa. La puerta se cerró tras ella haciéndola volverse con la intención de querer salir corriendo. Suspiró cerrando unos momentos los ojos.
Los abrió rodeada de sonidos, las maquinas que parecían ser sacadas de una película de ciencia ficción y el hombre que se mantenía inmóvil en una cama angosta apenas a su tamaño.
Se giró lentamente y sus ojos se llenaron de lagrimas. ¡Le era imposible soportar verlo así! El hombre que todavía tenía el poder de hacer que su corazón se acelerara con sólo estar en la misma habitación, con sólo pensar en él, el hombre que ya no la necesitaba en su vida...