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— Bien, ahora vamos a elegir el mejor vestido sin importar el precio porque lo pagaremos entre ambos, ¿De acuerdo? Vas a impresionar a ese chico con tu belleza. —Dijo Yedam empujando a Misun por la entrada de una tienda.

— Pero yo no quiero una cita a ciegas, no quiero impresionar a nadie, esa es mi mamá. Además no me parece justo que pagues la mitad. —Se quejó ella caminando a su lado.

— Pero yo quiero hacerlo, lo haré por mi mejor amiga. —Respondió asintiendo mientras recorría con la mirada distintas prendas.

Ella sonrió y suspiró agradecida.

Les llevó bastante tiempo elegir un vestido, aunque no quisiera uno en realidad, e irónicamente, tardaron porque Yedam no podía convencerse con nada. Misun tendría una cita con un chico que según su mamá era perfecto para ella, y Yedam estaba completamente dispuesto a ofrecer su ayuda. El único problema era que Misun era demasiado sencilla y odiaba los vestidos, entonces conseguirle uno perfecto era complicado.

— Sabes... diría que te maquillaras, pero eres lo suficientemente linda para ir sin maquillaje. —Dijo Yedam en el camino, con la bolsa en la mano mientras miraba el horizonte perdidamente.

— ¿Estás loco? No podría hacer eso... sólo puedo ir a trabajar sin maquillaje, no es muy cómodo. —Respondió.

— ¿De qué hablas? Eres preciosa, seguramente se enamorará de ti el doble cuando te vea.

— No está enamorado de mí... ni tampoco quiero que lo esté. —Respondió ella algo desanimada.

Yedam le dirigió la mirada.

— Bueno... al menos inténtalo, tal vez te terminas enamorando tú.

—Pero no quiero, los gustos de mi mama son horrorosos, y este se supone que es el hijo de una amiga suya así que todo saldrá mal después. —Explicó frustrada.

— Ya cállate, Misun-ah. Eres muy pesimista. —La golpeó suavemente con una sonrisa.

Yedam acompañó a Misun a su apartamento, y la ayudó a arreglarse con lo que sabía. Ella vivía en un apartamento tan pequeño como el de Yedam, pero vivía con su hermana mayor, quien estaba todo el día trabajando de traductora en lugares turísticos no tan alejados.

— Te ves preciosa, de verdad. —Dijo Yedam luego de alejarse para ver cómo había quedado.

Era realmente simple, no pensaban comprar un vestido de gala ni uno de cena navideña, sólo compraron uno floreado de textura primaveral, pero que podía salir caro por la marca. Se veía tan sencilla que de inmediato atraía, con tan sólo mirarla una vez.

— Gracias... creo que está bien así... —Murmuró con una leve sonrisa.

— Deberías estar feliz, Misun-ah. ¿Qué pasa si te casas con él? —Sugirió Yedam sentándose en una silla que había ahí al lado.

Ella suspiró.

— No lo sé... no quiero casarme todavía... creo.

Sonó el timbre y Misun pensó unos segundos. Yedam se levantaría para abrir porque ella no lo hacía, pero volteó hacia él rápidamente.

— Eres gay, tienes que actuar gay. —Dijo antes de acercarse a la puerta.

Yedam rió.

— No se me hará tan difícil... —Murmuró para él mismo.

Era obvio que sólo eran amigos, porque ya tenían una cita planificada, pero era claramente extraño que Misun tuviera a alguien más ahí. Tampoco le importaba demasiado pero de igual modo quería cuidar su imagen. Si él llegaba y veía que tenía a otro chico podía pensar que era de las que tienen mil novios por semana y no quería que corriera la voz de esa forma si ella no había hecho nada malo.

Se dejó ver un chico de estatura promedio, pero igual considerablemente alto. Tenía el cabello liso y peinado hacia arriba, y se veía muy inocente desde ese punto. La verdad, no era para nada feo, pero tampoco era extremadamente atractivo.

Yedam asomó un tanto su cabeza y estiró su manito tiernamente.

— Holi. —Dijo con una sonrisa.

— Ah, él es Yedam, mi mejor amigo. —Dijo Misun sonriente, dando un paso atrás para que la puerta se abriera un poco más.

Yedam estaba sentado con una pierna sobre la otra, decentemente tranquilo. Él hizo una reverencia, y Misun miró a Yedam mientras se ponía de pie.

— Misun-ah, te me cuidas porque no tengo auto para ir a buscarte. Que tengas un lindo día, corazón. —Dijo Yedam antes de abrazarla.

Ella sonrió y rió en su oído porque realmente había actuado bien, y finalmente se despidió. Yedam quedó en blanco con la puerta cerrada frente a él, y suspiró satisfecho.

— Bueno... ahora debería irme.

wrong road - yoshidamDonde viven las historias. Descúbrelo ahora