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— Bueno... pero entonces... ¿De verdad no te gusta? —Preguntó Misun complicada.

Yedam le explicaba su historia de amor y cómo le dolía no sentir lo mismo que Yoshi. La noche anterior se quedó pensando hasta entender que de verdad ya no sentía lo mismo, y ahora necesitaba consejos de un tercero. Estaban solos en la recepción porque el resto cenaba, y Yedam no podía esperar para contarle de su desesperación.

— Es que... creo que me atrae, pero no lo amo. Él me ama muchísimo, y no quiero estar en una one-sided relationship.

Misun asintió pensativa.

— Entiendo...

Yedam tragó saliva y continuó pensando, dejando la mirada en la pantalla en azul con el logo del hospital. Estaban en guardia de noche, y eran casi las tres de la mañana, por lo que podían conversar un tanto de vez en cuando si no había alboroto.

— ¿Y por qué no le dices eso? Creo que la comunicación es muy importante. —Sugirió Misun atenta.

Yedam suspiró y negó con la cabeza suavemente.

— No... no quiero herirlo. No quiero que sienta que él no es suficiente. Es una gran persona, lo quiero mucho y lo admiro demasiado, pero no es para mí, y no quiero herirlo al explicárselo. Me encantaría que yo le decepcionara, o dejarle de gustar de alguna forma, pero no hay nada que haga que no le guste, es terrible.

Misun suspiró perdida, y Yedam le dirigió la mirada tan perdido como ella, sin saber quién escuchaba su explicación del otro lado. Yoshi estaba apoyado en un pilar junto a la recepción, ya que iba a pasar hasta que se dio cuenta de que alguien hablaba algo serio.

Cerró sus ojos y cambió su rumbo desanimado, teniendo ideado perfectamente lo que haría para dejar ir a Yedam, y alejarlo de ese mar de confusión que lo tenía distraído en todos los aspectos.

La relación se estaba volviendo algo incómoda, y ahora sólo se veían en el hospital de vez en cuando, con la excusa de que Yoshi tenía un caso muy extraño que operar y muchas cirugías seguidas agendadas.

Uno de esos días Yedam tenía su cabeza apoyada sobre su mano, aprovechando unos segundos para descansar de ese shift nocturno que terminaba a las cinco de la mañana.

— Yedam-ah. —Dijo Misun asustándolo por completo. — Lo siento... —Añadió al verlo saltar.

— No importa, ¿Qué sucedió? —Preguntó rascando sus ojos un tanto.

— Nada, sólo iba a decirte que cambié la dosis de tu paciente por orden del doctor, ya que no estabas ahí.

Yedam pensó unos segundos.

— Ah... claro, gracias Misun-ah.

Ella sonrió y se sentó en la silla vacía que había a su lado.

— Dios... ya empezó diciembre, que horror. Este mes está lleno de accidentes. —Se quejó Yedam al ver la fecha.

— Yah, es diciembre hace dos días. Hoy es dos de diciembre. ¿Recién te diste cuenta? —Preguntó entre risas.

Yedam rió también.

— Waaah... mañana es tres de diciembre otra vez, como la canción de Conan. Recuerdo haberla cantado el año pasado durante todo el día. —Suspiró nostálgicamente.

— Debe ser horrible cantar esa canción sintiéndola... aunque hay peores. —Respondió Misun comenzando a desatarse el cabello.

— Lo sé, hay canciones de él que duelen aún más. Como Yours o Family Line. Si viene a Corea otra vez, sí o sí iré a su concierto. —Dijo fascinado.

— ¿Eh? ¿Ya vino una vez? —Preguntó ella sorprendida.

— Sí pero fue hace unos años, y yo seguía en la universidad así que no pude pagar una entrada. —Lamentó antes de suspirar mirando el teclado de la computadora.

Misun sonrió dejando el pinche con el que amarraba su cabello en su bolsillo, y entonces la alarma de fin de turno de Yedam hizo vibrar la mesa.

— O... —Murmuró Yedam sorprendido.

Misun sonrió y se puso de pie.

— Finalmente... ¿Quieres ir a comer? —Preguntó Yedam amablemente.

— ¿A esta hora? ¿Qué encontraremos abierto? —Intervino mientras Yedam se ponía de pie.

— Mmmh... —Pensó mirando a su alrededor para que algo se le ocurriera. — Algún café de 24h. Busquemos algo. —Dijo caminando hacia sus cosas en la habitación trasera.

Ambos se cambiaron de ropa y Yedam se quedó esperando a Misun unos minutos en el sofá. Aunque de todos modos no podían irse sin dejar a nadie a cargo de los pacientes.

— Hey Yedam-ah. —Saludó Jihoon entrando a la habitación.

— Hey hyung. Ya nos íbamos, que bueno que llegaste. —Dijo Yedam junto a una leve reverencia luego de levantarse.

— Que bien. Hayoung hyung viene detrás pero pasó a comprar un café. —Respondió antes de entrar a las duchas.

Yedam suspiró y en ese momento Misun salió del baño con la mochila al hombro y una sonrisa dibujada en el rostro.

— Vamos. —Murmuró sonriente comenzando a caminar.

Yedam la siguió sabiendo Hayoung llegaría para no dejar todo a solas, y caminaron hacia el ascensor juntos.

— Mmmh... según Naver no hay nada abierto... —Murmuró Yedam decepcionado, deslizando por su teléfono mientras el ascensor bajaba.

— Te lo dije. Mejor tomemos un café aquí. —Dijo ella sonriente luego de darle un codazo suave.

Yedam suspiró y asintió para dejar salir a Misun primero.

— Mira, compremos un helado de aquí y ya. —Dijo ella llena de energía trotando hacia una máquina expendedora.

Yedam sonrió y comenzó a seguirla.

— ¿Quieres de chocolate como siempre? ¿O prefieres de plátano? —Preguntó emocionada.

— Mmmh... hoy probaré tu favorito. —Respondió sacando su billetera.

— ihhhh... ¿En serio? ¿Vas a probar el de fresa? —Preguntó llevándose ambas manos a la boca.

Yedam rió y negó con la cabeza eligiendo dos helados de fresa para después deslizar su tarjeta.

— Oh my God, ¿Vas a pagarme, Yedam-ah? ¿Después de negar todo este tiempo que jamás le pagarías a nadie nada porque pierdes la cuenta de tus finanzas mentales? —Preguntó ella entre risas.

— Sí. Así que más te vale comportarte. —Respondió rodando los ojos.

Misun se llevó una mano estirada a la frente y dejó su cuerpo tieso en dirección a él.

— Sí, señor. —Dijo con voz de militar.

Yedam rió y recogió los dos helados del depósito de abajo.

— Ahora me voy a enfriar, pero hagamos como que no hace frío afuera. —Dijo Misun entre suaves risas mientras abría su helado.

Yedam pensó unos segundos y luego se quitó el suéter mientras Misun avanzaba lentamente hacia la salida concentrada en no romper el helado mientras rompía el envase.

— Ten. —Dijo Yedam dejando su suéter sobre sus hombros.

— Ah... gracias oppa, te debo un helado. —Agradeció antes de acomodarlo gracias a la mochila que tenía de un lado, para después comenzar a caminar feliz hacia afuera.

Yedam suspiró y contempló con una sonrisa lo mucho que admiraba la energía que tenía. Luego de unos segundos dejándola caminar sola, ella volteó y él decidió seguirla tranquilamente.

Pero Yoshi suspiró sin una sonrisa, desde el pasillo contiguo con un café extra además del suyo en sus manos, en el horario de salida exacto de Yedam.

wrong road - yoshidamDonde viven las historias. Descúbrelo ahora