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— Sólo... intenten memorizar eso, ya intenté explicarles de la única forma en que entendí yo así que... si no les funcionó solo memorícenlo. —Sugirió Yedam ya casi completamente rendido.

— Pero hyung... no tiene ningún sentido. —Se quejó su sobrino.

— Lo sé pero... así es, Yemin-ah. —Respondió cerrando su laptop.

Dos de los chicos que tomaban la tutoría suspiraron sabiendo que sería difícil y tal vez arrepintiéndose de elegir el área de la salud, pero Yemin continuó intentando entender.

— Bueno, ya debo irme, tengo planes. —Dijo Yedam levantándose.

— Gracias hyung.

— Gracias sunbae.

— Que le vaya bien.

Cerró su mochila con una sonrisa y comenzó a caminar fuera de la cafetería en que se reunían. Suspiró al cerrar la puerta tras él y continuó su camino hacia el río Han.

Recibió una llamada de Doyoung, y contestó su celular tranquilamente.

— Hey Dobby.

— Yedam-ah, ¿Me prestas ₩50.000?

Yedam guardó silencio seriamente mientras caminaba.

— ¿Y ahora qué quieres comprar, Doyoung-ah? —Preguntó de mala gana.

— Es que... es que necesito comprar un regalo y me quedé sin dinero.

— ¿Cómo vas a quedarte sin dinero si eres CEO de una compañía entera, Kim? —Preguntó algo enfadado doblando en una esquina.

— Sólo préstame cincuenta y te los devuelvo mañana mismo. —Rogó con voz desesperada.

Yedam suspiró y colgó la llamada. Se detuvo en un semáforo en rojo y abrió la aplicación de su banco para transferirle dinero, porque de todos modos planeaba hacerlo desde que le preguntó en un inicio.

Miró arriba al terminar y cruzó guardando su celular. Se quitó la mochila al llegar al río y en el césped se arrodilló mientras la abría algo apurado. Levantó la mirada ansioso y la agachó sacando algo para dejarlo tras su espalda. Buscó con la mirada algo más y finalmente la fijó en Misun, quien se acercaba emocionada con su cabello suelto y la mochila de siempre en sus hombros. Yedam sonrió derritiéndose de sólo verla sonreír a ella, y se mantuvo quieto hasta que llegara.

— ¡Yedam-ah! —Exclamó abrazándolo con fuerza.

Yedam la rodeó con su brazo izquierdo y levantó el derecho tras su espalda para que no sintiera su regalo. Ella se separó y Yedam dejó un suave beso sobre su frente. Al separarse Misun notó que estaba actuando extraño, e inclinó su cabeza extrañada.

Yedam rió suavemente y devolvió su mano izquierda a su espalda, pero aún no decía nada.

— ¿Qué pasó? —Preguntó ella confundida.

Yedam le sonrió unos segundos más y luego suspiró nervioso.

— Kim Misun. —Dijo "tranquilo", porque sólo lo aparentaba.

Misun levantó una ceja aún más confundida porque nunca la llamaba por su nombre completo. Yedam la contempló unos segundos más, y finalmente sacó un pequeño y minimalista ramo de pequeñas gipsófilas, que eran sus flores favoritas.

— ¿Me dejarías ser tu novio? —Preguntó sonriente.

Misun se llevó una mano a la boca con los ojos bien abiertos, pero sin olvidar una sonrisa. Miraba las flores fijamente, y luego miró a Yedam aún sorprendida.

— Yedam-ah... —Murmuró llevándose la otra mano a la boca.

Yedam amplió su sonrisa y estiró sus brazos para que las tomara. Ella las recibió y rió antes de abrazarlo.

— Claro que sí, no lo dudaría. —Respondió abrazándolo con fuerza.

Yedam rió también, y se acurrucó en ella acariciando su cuello y cintura cariñosamente. Se quedaron así unos minutos, y finalmente Misun se alejó de él.

— Están preciosas. Muchas gracias, Yedam-ah. —Agradeció apreciándolas con toda su atención.

— De nada. —Respondió amablemente.

Misun le dirigió su mirada, y conectaron sonrisas unos momentos.

— Gracias a ti por dejarme quererte. —Agradeció sin lograr dejar de mirarla.

Ella sonrió y asintió tiernamente antes de volver a sonreírle. Yedam amplió su sonrisa obsesionado con su luz, y entonces tomó sus mejillas y acercó sus labios a los suyos por primera vez. Era una química impresionante. Conectaban de una manera tan fuerte que el tiempo se detenía por completo, y parecía como si de pronto fueran los dueños de él. Misun sonrió y rodeó su cuello con su brazo libre, tal vez más agradecida de lo que esperaba estar ese día. Yedam se alejó unos centímetros de su rostro, y mantuvo la punta de su nariz casi pegada a la suya.

Misun se había convertido probablemente en la razón por la que Yedam había comenzado a creer en el destino.

— Te amo. —Susurró tímidamente, pero sintiéndose lo suficientemente seguro de decir la verdad luego de esos casi dos meses saliendo.

Ella sonrió y dejó un beso más sobre sus labios.

— También te amo, mucho.

Yedam rió y la abrazó con todas sus fuerzas, sintiendo una emoción excesiva correr por sus venas. Era mucho en un sólo momento, y jamás en la vida pensó llegar a sentir tanto por una sola persona. Se sentía increíble, y era precisamente el sentimiento que tanto anhelaba que su alma saboreara.

— Waaah... entonces esto era estar enamorado... de verdad me encanta la sensación. —Suspiró mirando el azul cielo lleno de nubes que lentamente se tornaban naranja.

Misun rió y miró el cielo también.

— Se siente lindo, tanto como el cielo naranja. —Dijo ella tranquilamente.

— Y... es simplemente indudable.

Tal vez había tomado un camino erróneo otra vez, pero ahora no le importaba eso, porque estaba seguro de que no se arrepentiría de haber conocido a quien realmente le hacía sentir seguro de estar enamorado sin ninguna duda. Entendía que tal vez podían seguir gustándole chicos en algún momento, pero también comprendía que a veces lo que menos podía esperar era lo que a él le hacía sentir bien, aunque fuese en realidad el camino equivocado.

wrong road - yoshidamDonde viven las historias. Descúbrelo ahora