Capítulo 3 "Caída"

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Más de una semana había pasado, y si no fuera tan miedosa, seguro le hubiese mandado un mensaje a Tom, ya que él no me envió ni uno en este tiempo;  posiblemente ya se había olvidado de ese día, y seguramente de mí. Me daba cierta vergüenza pensar que ni siquiera para socializar sirvo, y que todo este tiempo simplemente hablo si me hablan, para mí, tomar la iniciativa es lanzarme de un avión sin paracaídas.

En fin, tal vez todo haya vuelto a la "normalidad", tan normal como cada vez que paso por una crisis emocional muy significativa, y mis problemas alimenticios se intensifican. Al menos estando en mi zona de confort, podía avanzar de manera más tranquila en mi día a día.

Me pareció buena idea salir a trotar un poco en el parque que Tom me había recomendado. El día era inusualmente caluroso sin ser soleado, y me debatía entre usar un top deportivo o una calurosa playera holgada, ya que eran las únicas dos opciones disponibles. Seguro me arrepentiría, pero aquel top rojo parecía ser la mejor opción.

Decidí caminar al parque, así calentaba antes de empezar a trotar como hace algún tiempo no lo hacía. Debía recuperar un poco de condición si quería mejorar mis técnicas en canto, que por el momento era la motivación para dejar de lado la vida sedentaria.

La primera vez que vine a este parque, ya me entusiasmaba lo amplio y precioso que lucía, sobre todo aquella parte acuosa que me hacia desear lanzarme dentro y dejarme llevar por el movimiento del agua, ese lago era maravilloso. En mi país los parques más cercanos eran mucho más pequeños y menos regulares en cuestión de piso, y el espacio que había para recorrer era más pequeño que un supermercado.

Mi paso comenzó lento, y a medida que avanzaba, aceleraba el ritmo; aunque tuviera la decisión de comenzar a correr en un punto de mi recorrido, no hacía más fácil la dificultad de entrada de aire a mis pulmones, la presión y ardor de mis pies contra el piso, y el comienzo del cansancio en mis piernas, incluso el rebotar de mis senos se volvía más incómodo. Siempre me funcionaba cerrar los ojos esporádicamente, así me olvidaba de aquellas molestias y me pensaba haciendo otra cosa más agradable.

Pero entonces llegó ese recuerdo, Tom, su voz, su rostro, sus brazos, su loción, la forma en que se reía, y que de alguna forma pude conocerlo un poco más; era reconfortante verme nuevamente en su coche o en aquel café. Pero mi mente se turbo con un fuerte impacto contra alguien; no sé en qué momento olvidé volver a abrir los ojos, pero definitivamente había chocado con alguna persona.

-¡Dios santo! ¿estás bien?

No pude contestar, pues me encontraba asimilando mi impacto fortísimo contra el piso.

-Lia ¿me escuchas? -pregunta mientras siento que se acerca a mí.

-¿Tom?

-Sí, soy yo. Dios que alivio que no perdiste el conocimiento.

Apenas puedo abrir los ojos, dándome vuelta de la posición boca abajo en la que caí.

-¿Puedes levantarte? -pregunta mientras me toma de las manos.

-Sí, eso creo -mientras intento levantarme sola y sin tirar muy fuerte de las manos de Tom, pero el dolor en mi rodilla es más que superficial por el raspón. En efecto, parece ser que el dolor migra hasta el hueso.

-¡Mierda!

-Es que debes dejarme a mí levantarte.

Sin darme tiempo a responderle, me toma por debajo de las axilas y me pone de pie. Evidentemente no puedo dar ni un paso por el dolor agudo.

-¿Puedes caminar sola?

-¿Si te digo que no, vas a intentar cargarme o algo así? -pregunto con una mueca entre dolor y vergüenza.

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