Capitulo 25 "Secreto a voces"

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Había amanecido un poco menos nublado, y la temperatura era bastante más soportable para mí , obviamente esto tenía que ver con que las últimas semanas, estaba siendo muy bien cuidada; Camila es todo un ángel. Decidí que era un lindo día para salir por un té de mango a mi cafetería favorita, tal vez estaba un tanto traumada con esto, pero me gustaba ir a aquella donde Tom y yo nos vimos por primera vez.

Era un sentimiento extraño que atravesaba ahora, me sentía aún más libre de mucha culpa, y me quité muchos miedos, pero me sentía triste por no tener a Tom cerca, incluso para hablar por teléfono o mandarnos mensajes, se sentía un ambiente un tanto diferente, las cosas con él ya no fluían como antes, genuinamente considero que es lo mejor, tiene una relación que atender con una maravillosa mujer, y claro, yo también.

Sentir la tibieza del líquido, y su intenso sabor a mango, le daba un delicioso alivio a mi garganta. Y si no fuera por estas cosas simples, mi vida entera sería un drama 24/7. Por supuesto que todo esto lo había logrado yo misma, es decir, yo tomé todas y cada una de las decisiones que me llevó a este punto, y ojalá en algún momento pueda retomar el rumbo que con tanta emoción había elegido para venir a Londres en primer lugar.

-¿Es ella verdad?

-No, no creo, la otra chica era aún más gruesa, y no estaba pálida.

Escuché a dos chicas cuchichear cerca de mí, pero no le tomé importancia, no necesariamente tenía que tratarse de mí. O tal vez sí.

-Estoy segura que es ella, mírala, lleva las mismas gafas.

-¿Recuerdas que gafas usa?

-Parecen de abuelito, es inconfundible.

Bien, quería no pensar mal, pero esa última parte era verdad, nada ofensivo a mi parecer, pero sí, mis gafas parecían de abuelo. Quería enfrentarlas, pero estaba tan de buen humor, que simplemente las ignoré y continué bebiendo mi té, parecía funcionar, pues aparentemente ellas no tenían la intención de buscar controversia, parecía una simple plática de chisme entre amigas, eso tampoco me molestaba, porque lo cierto es que, a veces esa pláticas sirven para desestresarte, lo tengo muy presente porque es algo que amaba hacer con Tom. Ellas se fueron, y al poco tiempo, yo también, quería regresar a casa para esperar a Davina.

Camila ya me esperaba con mis respectivos medicamentos y esa deliciosa sopa de tomate que tanto amaba.

-Justo a tiempo -dijo Camila tras verme entrar a la cocina.

-Cami, muchas gracias, pero no deberías molestarte, esa no es tu obligación.

-Tonterías, esto no es molestia para mí, siéntate, esta recién hecha -dijo sacando la silla de la isla de la cocina.

Sonreí ante su respuesta, siempre era así de maternal, y yo encantada, pero a veces sentía que hacía trabajo de más. Di la primer cucharada, y me sentía en el cielo, la sopa tenía el gusto perfecto a ajo, y la acides del tomate era la necesaria, ni más ni menos.

-Está deliciosa -elogié saboreando la comida.

-Me alegra que te haya gustado -dijo sonriendo-. No sé si Davina ya lo haya mencionado, pero, hoy es mi último día contigo-. Mencionó ahora con una voz apenada.

-Lo sé -dije dejando de comer por un segundo. - Esta bien, me ayudaste todo lo que pudiste -dije retomando mi comida, por supuesto para no sonar triste.

-Tengo una paciente geriátrica que necesita urgentemente de mi servicio, pero de igual manera si tienen alguna emergencia háganmelo saber, y les enviaré a una buena amiga mía que es una excelente enfermera.

-Muchas gracias, en verdad -dije regalándole la mejor de mis sonrisas.

Escuchamos la puerta de la entrada abrirse, como era obvio, se trataba de Davina, llegaba bastante entusiasmada, tal cual ha estado desde que vine a su casa.

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