Capítulo 11 "Detalles"

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Sí que recordaba el auto del señor Taylor, no se mucho sobre coches, pero gracias a una costumbre que desarrollé en México, siempre reviso el color de cada auto al que me subo, y las primeras letras de la matrícula, que si bien no son los datos completos , si que era información que podía servir en algún punto. Auto negro, ventanillas polarizadas, y matrícula que inicia en "GN62".

El tiempo que tardé en buscar el coche en el estacionamiento de la universidad, fue el mismo que necesitó Aaron para alcanzarme. Subimos con bastante discreción, al menos por mi parte, a diferencia del profesor, que estaba bastante relajado, lo cual me sorprendía por el sin fin de malentendidos que podía generar está situación.

-Ponte el cinturón por favor.

-Claro. -Respondí obedeciendo.

Bufó como si estuviera fastidiado.

-No creí que fuera necesario recordarte algo tan obvio, debes fijarte en los detalles siempre.

-Sí, tienes razón, es que estoy un poco nerviosa y lo olvidé.

-¿Por qué estás nerviosa? Ya te habías subido a mi coche, ¿o es que yo soy el que te pone nerviosa?

Tal vez, pensé para mis adentros.

-Ya sé que subí antes, pero eso pasó fuera de la universidad, y tú ya estabas manejando, no habíamos entrado juntos.

-Entonces es miedo a que nos vean.

-¿A ti no te da pendiente que piensen mal de nosotros?

-La verdad no, a la gente inútil le gusta inventar chismes.

-Pero puede crearnos un problema, ¿y si se lo dicen al rector?

-¿Te cuento un secreto?

Asentí curiosa, y tras ver una sonrisa divertida dibujada en el rostro del profesor, respondió.

-El rector es un muy buen amigo mío, nada pasa a servicios escolares, y legislatura universitaria sin antes yo enterarme, y por supuesto evitar que me adjudiquen problemas estúpidos.

-No sabía que tenías tanto poder -dije sorprendida.

-Ahora ya lo sabes, pero solo tú -dice mientras me regala una sonrisa quitando la vista del camino apenas un segundo.

-Pero ¿y si me meten en problemas a mi?, y si dicen que nos vemos para...

Me detuve de hacer cualquier comentario, que evidentemente insinuaba sexo con mi profesor, ya suficiente paranoia sufría por ser descubiertos.

-¿Para qué pequeña Lia? -dice mientras sonríe de manera insistente, está vez sin dejar de ver el camino.

-Para nada, es solo que...

-A mí no me molestaría que insinúen que tú y yo tenemos algo -dice interrumpiendo-, eres una mujer muy agradable, con tus defectos, pero única.

-Gracias, creo.

Era obvio que tengo defectos, como todos, pero no se lo vas recordando directamente a la persona.

-¿A ti te molestaría? ¿te da vergüenza acaso?

-Claro que no, no es eso, pero te repito que sería un problema para mí como estudiante, especialmente siendo becada.

-Y yo te dije que tengo influencia antes de que se hagan problemas estúpidos, no hay de que temer ante los rumores.

Llegamos en aproximadamente media hora a un edificio, que por supuesto, y como si no me hubiera hecho a la idea de que aquí todos parecen ganar millones, se encontraba en un barrio ostentoso. Pasamos por la recepción, dónde se encontraba un señor apenas unos 5 años mayor que Aaron; éste le decía algo al recepcionista mientras me veía, se reía de manera discreta, y aquel señor se reía con él.

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