14: ataque

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Capítulo 32

Creo que mi parte menos favorita del día fue ver como te mudabas y dejaste la vida que tenías conmigo. No, esa no fue mi parte menos favorita, la que sí lo fue es la parte en la que te pudiste haber ido sabiendo lo que siento, y a juzgar por tu mirada creo que tú sentías lo mismo.

Cuando tuvimos ese momento de sinceridad antes de todo... supongo que pude haber dicho algo, así como tú pudiste haber dicho algo.

¿Por qué somos tan cobardes?

¿Por qué tenemos esa sensación de que las cosas van a llegar por sí solas sin que nosotros hagamos algo al respecto?

De verdad me hubiera gustado haberte besado o mostrado alguna clase de afecto.

Un afecto que al menos te hiciera saber lo mucho que me importas.

Porque ahora que te fuiste no sé como estar así. Sin ti. De ninguna forma.

Me hundo en las sábanas de mi cama, con mi madre abrazándome y suplicando que me calme.

Soy incapaz de tranquilizarme, y es que como puede hacerlo uno cuando ha perdido lo que más ama.

Tengo la impotencia en la garganta, no sé que más hacer. Si pudiera retroceder a antes de que te fueras...

¿Por qué no te dije lo que putas sentía por ti?

Creo que esta es la clase de cosas que por muy estúpidas que sean, me voy a arrepentir.

En fin, espero que te vaya bien en la vida, que puedas vivir normal, que puedas abrir los ojos todos los días sin la ansiedad de no sentirte completa.

Cuando suspires que sea por relajación.

Y quiero que en este momento sepas que siempre te amé, Elizabeth, siempre lo hice. Que te quede claro. Y te seguiré amando lo que sea necesario.

Adiós.

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Cerré finalmente el libro que llevábamos todas las vacaciones leyendo. Se sintió ese vacío que sentía cada vez que concluía una lectura.

Miré a Will, siendo el mismo sentimental que era hace meses que comenzamos a hacer esto, estaba con los ojos rojos y húmedos. Con mi brazo lo rodeé y lo acerqué a mí. Puso su cabeza en mi hombro. Me sentí  un tanto pacífico.

—¿Por qué no se lo dijo?— preguntó con la voz temblorosa.

—Sabes, no es tan sencillo como parece. Puedes estar enamorado de alguien y puede darte miedo dárselo a conocer, porque... ¿y si no siente lo mismo?, ¿y si decide no volverte a hablar porque le resultas un fenómeno después de eso?

Me quedé callado, después de decir eso fui yo el que tenía los ojos llorosos. Temí que eso me fuera a delatar, así que fingí que iba por un vaso de agua a la cocina.

Me recargué sobre la barra y suspiré. 

Respira, Mike, respira.

Pero mis ganas de llorar no se iban y mi mamá iba bajando por las escaleras así que me metí al baño.

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