18: cumpleaños

174 16 16
                                    

Oh. Por. Bowie.

Besé a Will. Besé a mi mejor amigo. BESÉ AL CHICO ZOMBIE.

En la cena, después de que se fueran él y Jonathan, tomamos café en familia. Holly ya estaba dormida.

Estuve pensativo la mayor parte del tiempo, y creo que daba sonrisas muy bobas. Por eso, cuando mis papás se levantaron de la mesa, yo apenas llevaba la mitad de mi taza.

Nancy se quedó conmigo, y tan pronto se perdieron de vista, corrió su silla para quedar exactamente a mi lado.

—¿A qué se debe esa cara?— me preguntó con cierto tono de pícara.

—¿Cuál cara?— deberían darme un premio por estupidez.

—Digamos que desde que Will se fue estás peculiarmente feliz. ¿Le dijiste algo?

Dudé unos segundos.
—Sí. Le dije algo— volteé hacia otro lado. Levantó las cejas en señal de que quería más información —. Bueno, en resumen, le dije lo que siento y... ya.  Él no dijo gran cosa

Dije esa última palabra en un tono bastante bajo.

Quería decirle lo que había pasado después, pero... aunque ella sea mi secuaz en todo, supongo que también debo respetar la privacidad del momento.

—Y en fin, mañana es su cumpleaños y no sé que rayos regalarle.

—¿Sabes de algo que le guste mucho? Algo que de verdad quiera.

—Bueno, pues sabemos que le gusta dibujar, y alguna vez me habló de unas acuarelas que vio en el centro y dice que son muy buenas. No entendí la mayoría de términos que utilizó.

—Mañana en la mañana vamos por ellas y por una cosa que yo le quiero regalar— me quedé un poco extrañado, ¿ella también le da regalos? — No me mires así, niño, porque gracias a que ALGUIEN siempre lo tiene aquí en la casa, es un poco inevitable encariñarse con él.

Le sonreí. Terminé mi café y seguimos hablando de cosas sin sentido, cambiamos de tema cada dos minutos.

Cuando me acosté, tomé en cuenta que no podía llegar solo con las acuarelas, aunque sí podría, pero había algo más que me mencionó que quería.

Lo pensé un momento.

Hace poco, me mencionó algo que quisiera que fuera suyo por un momento más...

Lo tengo.

Antes de irme a dormir, fui hacia mi caja de libros, y tomé uno en específico, saqué mis papeles de colores con los cuales marcaba cosas que me gustaron. Con una pluma subrayé las partes o frases que llevaba en mi alma, y con una pluma hice algunas anotaciones. Cuando ya tenía el libro listo, lo envolví en papel Kraft, no sin antes anotar algunas de esas frases en mi libreta de escritos. Eché el libro a mi mochila para que al día siguiente que fuera a su casa no se me olvidara.

(...)

Nancy me despertó temprano. No tardé más de cinco minutos en estar listo, así que nos apresuramos a salir. Es increíble que a esa hora de la mañana haga tanto frío. Antes de estar en la calle, Nance fue a la habitación de mis papás a decirles algo, pero no escuché qué fue. Tomé mi mochila que casi olvidaba, sin importarme lo que llevara dentro.

Pasamos por varias tiendas, y aproveché para comprar una libreta para escribir nueva, la que tengo casi la termino.

Nancy se compró una blusa a la que ya llevaba un tiempo echándole el ojo.

Llegamos a la papelería gigante— como me gustaba llamarla de niño —. Le echamos un vistazo a todo. Me sentí como niño en juguetería. Había notas adhesivas, plumas de gel... así debe verse el cielo.

Mi libro favorito- Byler [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora