•EPÍLOGO•

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Es aquí cuando aprecias finalmente lo que tienes, y valoras cada pequeño momento de paz que hay.

Will está acostado en mi cama, y yo a su lado, usando su brazo de almohada, hablando de lo que pasó en el libro que estoy leyendo.

Me escucha hablar, sobre cualquier cosa, y de verdad lo admiro. Digo, ni siquiera mi mamá me soporta cuando hablo de lo que gusta.

Me dice que se siente extraño porque ya va a terminar la escuela. Sabe que nos volveremos a ver en la preparatoria, pero es algo que aunque lo tuvo harto por un tiempo con todo aquello del niño zombie y eso, no quiere que termine.

Le digo que es de esas etapas que no sueltas fácilmente.

Me toma de la mano antes de regalarme una sonrisa triste.

Estamos teniendo un momento melancólico. Y yo solo pienso en darle el regalo que tuve guardado por tanto tiempo. Solo para él.

—Creo que sí voy a estudiar artes— me dice en voz baja.

Reacciono exaltado y levanto mis cejas en señal de felicidad.
—¿De verdad?— le dije — Hasta que Dios escuchó mis plegarias— Le sonreí y me giré para abrazarlo.

—Algún día voy a ser un pintor famoso que sea reconocido por sus obras y en unos años  voy a estar en una galería de arte de Washington o algo parecido.

—Espero eso de ti y más. Bueno, tú no naciste dibujando, pero te sale con una naturalidad que... Cielos, no puedes desperdiciar ese talento estudiando algo equis y dibujando en tus tiempos libres. Explota tus habilidades al máximo, y no te reprimas. Por favor.

Me da un beso suave en la cabeza y me responde el abrazo.

—Y cuando seas famoso me vas a mantener, porque no creo que ser alguien que no tiene ni idea de lo que quiere hacer con su vida me deje mucho dinero que digamos.

—Está bien... Pero tú vas a hacer de comer.

A este punto siento que nuestra conversación ya no tiene sentido y que solo estamos diciendo cosas dejándonos guiar por nuestras emociones del momento.

Tal vez eso que yo creía que era enamoramiento y que me duró por años era solo cariño por mi amigo, o se me vaya a pasar dentro de poco. Aunque pase lo que pase, quiero disfrutar esto mientras dure.

O puede que para dentro de un tiempo ya ni siquiera estemos así, porque me mudé, porque... Bueno, cualquier cosa puede pasar, pero, ya dije, quiero vivir el momento antes de pensar en el futuro que es incierto. A lo mejor las cosas cambian para bien o algo así.

Me separo de mis pensamientos porque recuerdo que ambos estamos ahí y que estoy soñando despierto, entonces regreso a la realidad.

—Dime un famoso que fuera felíz— dice de pronto con una voz de concentración —. Uno que fuera realmente feliz.

Me detuve a considerarlo. Hay infinidad de pintores, actores, cantantes, escritores, autores, poetas y muchos famosos... Ninguno tenía una vida perfecta.

—No lo hay— dijo y se incorporó, inclinándose hacia delante.

—No.

—Lo sé. Nunca te dejan ser famoso y feliz —. Me dijo, como si ya hubiera perdido la esperanza —. Voy a contarte un secreto.

—Dime.

Se separa un poco de mí, lo que me permite ver su rostro de forma rápida, pero eso es suficiente para mí.

—Yo voy a ser el primero— me tomó la palma de la mano y la juntó con la suya —. Júralo.

—¿Por qué yo?

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