15: el amor más puro

199 15 36
                                    


—Shhh, ya, ya, tranquilo— me susurraba Nancy.

Yo seguía sin poder calmarme. Aunque me era reconfortante tener a alguien acariciando mi cabello.

Yo estaba acostado en sus piernas y ella sentada en mi cama.

Mis respiraciones se iban calmando de a poco. Eran pocas las lágrimas que caían sobre mí.

La luz de la luna se adentraba por la ventana y le daba un toque cálido.

—¿Quieres hablar de lo que pasó?, ¿a qué se debe tu ataque?— me dijo.

—¿Mi qué?

—Ataque. Mike, eso que te pasó fue un ataque de ansiedad. No es normal que te suceda.

—Es solo que... se me juntaron las cosas en la mente. De repente pensé en muchas cosas y cuando me desperté ya no podía respirar.

—¿En qué pensabas?

—Tuve... visiones. Recordé cuando vi el cuerpo de Will saliendo del lago, cuando fue torturado y todo lo que pasó el año pasado... me están llegando muchas sensaciones extrañas. De pronto tengo pensamientos de que esa cosa va a regresar y me va a arrebatar lo que amo. Además el que debería estar así es Will, Jonathan, Ce, Joyce o hasta Hopper, pero... ¿yo? De verdad, ni siquiera estuve en primera fila. Ni Dustin, ni Lucas, Max, Steve o tú se sienten como yo, ¿por qué me pasa esto?

—Cada quien responde de manera diferente. Steve me ha platicado que últimamente le llega la sensación de que alguien lo está vigilando. Vi a Dustin con un tic en la pierna. Todos tenemos algo, y tienes todo el derecho de sentirlo.

Se escuchaba seria y al mismo tiempo cariñosa. Creo que es la única persona en el mundo  con la capacidad de hacerlo.

—Además... tú puedes llegar a sentir de la misma forma que Jonathan. Como eso de la pérdida de Will, cuando creíste verlo muerto. Jonathan puede ser su hermano, y eso nadie se lo va a quitar, pero eres su mejor amigo. Antes de ir con Lucas o conmigo vas con él porque desde que tienes memoria ha estado ahí para ti.

—Aún así no creo quererlo más que a ti— le dije con una sonrisa, intentando acortar el tiempo de las preguntas.

Una sensación muy extraña: quieres desahogarte con alguien y decirle todo lo que piensas, pero al mismo tiempo no quieres que te pregunten que tienes.

—Ay, Mike— me tomó de la mano —. ¿Hay otro motivo?, ¿algo que me quieras contar?

Me quedé en silencio. No supe que contestar.

Si comenzaba a decir algo me soltaría a llorar otra vez y no quería eso.

Asentí con la cabeza pero no pude decir algo. Ella se quedó en silencio, porque, desde que comenzó a cuestionarme, me dijo que no me iba a forzar a decir nada.

Me siguió acariciando el cabello.

Y comprendí que mi hermana es esa persona a la que puedo contarle todo porque no me va a juzgar. Ella es mi confidente, mi amiga y la persona que más amo en todo el planeta.

En ella no se veía que quisiera saber lo que siento para burlarse ni nada. Su preocupación era totalmente pura.

Y le dije, con todo el miedo de mi corazón.

—¿Me prometes que no me vas a juzgar?

—¿Por qué lo haría?

—Es sobre... ¿Recuerdas lo que pasó con mi tío hace unas cuantas navidades? Cuando... su padre lo golpeó.

—Claro.

—Es que... cuando me desperté estaba pensando en esa vez. En como le habían dicho que preferían un hijo muerto a uno... homosexual. Y pensaba en todos los problemas que esto llevaba. Las navidades después de eso no fueron iguales, la familia no se volvió a ver igual, y no los volvieron a invitar, mierda, ya ni siquiera comemos todos juntos en las fiestas.

—Mike...

—No quería considerarlo, porque me habían gustado chicas antes, pero me enamoré de un chico que... es todo para mí, me perdí en la clase de persona que es y en todo lo que ha hecho por mí y... de verdad me gusta. No sé qué es esto que siento. Y me enloquece el pensar en que si se lo digo me va a rechazar y él es muy importante para mí, entonces no valdría la pena decírselo y perderlo. Prefiero verlo todos los días y sufrir porque no podemos ser algo más que amigos a verlo todos los días y sufrir porque lo perdí.

—No está mal lo que sientes.

—Pero siempre han sido hombre y mujer, Nance, siempre.

—¿Y? Oye, tú no eres muy normal que digamos. Dime cuantos niños más conoces que prefieran quedarse leyendo en casa antes que salir a la alberca comunitaria con su familia. Además, nadie está en este mundo para seguir patrones. No te preocupes en si eres normal o no.

—Pero, linda... es una enfermedad mental— dije, antes de tapar mis ojos con mi otra mano para que no viera que estaba llorando.

—¿Acaso es una enfermedad sentir cosas por otra persona?

—Pero...

—Pero nada. Es como si fuera algo enfermo que esté enamorada de Jonathan, por Dios. No es algo de lo que deberías avergonzarte, sin importar lo que te digan.

—Pero... ¿Qué es esto? Me gustan las chicas, pero este chico es... es maravilloso. ¿Soy gay o no?, ¿O soy tan mediocre que no puedo ser ni un homosexual completo?— Nance soltó una risa nasal.

—Eres bisexual. Te gustan hombres y mujeres. A lo mejor unos más que otros, pero te gustan ambos.

—O me gustan las mujeres y solo me gusta él por ser él.

Me sonrió.

Me levanté y la abracé. La amo mucho. Mi cómplice. Mi terapeuta. Mi amiga. Mi ayuda. Mi compañera. La parte astuta de mi ser. El amor de mi vida. Mi hermana.

—Te amo, Mike. Nunca vayas a pensar lo contrario.

—Te amo, Nance, aunque te comas los chocolates que me compro y que siempre olvido en mi mochila.

Se rió. Me reí. Fue fantástico.

De pronto notamos una presencia en la puerta. Una figura pequeña haciendo una sombra del mismo tamaño. Llevaba un osito de peluche en su mano y dos trencitas bajando por sus hombros. Una tercera parte de mi corazón n

Holly se adentró.

—Nancy, te había ido a buscar a tu cuarto pero no estabas. Hola, Mike— dijo con su vocesita tierna que de vez en cuando demuestra que aún conserva —. No puedo dormir.

—Hola, guapa— contesté, limpiando mis ojos para ocultar mis lágrimas— ¿Quieres dormir aquí?

Asintió con la cabeza.

—¿Puede quedarse Nancy?

Le contestamos que sí al unísono.

Al final quedamos los tres acurrucados con Holly en medio.

Cuando terminamos de contar unos chistes y de reír, Holly me dio un beso en la mejilla.

«Ya no llores porque yo también me pongo triste »  no pueden existir mejores palabras en este mundo.

Las amo con todo mi corazón por siempre estar ahí. De verdad las amo.

Mi libro favorito- Byler [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora